María Jesús García-Huidobro, gerente de marketing de Laborum
Este 18 de septiembre es una fecha especial. Además de las Fiestas Patrias se conmemora el Día Internacional de la Igualdad Salarial. Esta fecha fue proclamada en 2019 con la finalidad de destacar la lucha y los esfuerzos que se realizan constantemente por conseguir la misma remuneración por un trabajo de igual valor. Lograr este objetivo es un hito importante para los derechos humanos y, especialmente, para la igualdad de género.
Un dato alarmante es lo revelado por la Encuesta Suplementaria de Ingresos del INE, donde indica que, si bien la brecha de género disminuyó más de 7 puntos este año para ubicarse en 20,4% el 2020, comparado con lo registrado en 2019, esto se debe principalmente a la salida de mujeres de la fuerza laboral, en especial las de empleos de bajos ingresos. Entonces bajo esta premisa, ¿ha disminuido realmente la brecha salarial?
Discriminación, sesgo, una carga desproporcionada de tareas domésticas y cuidados no remunerados, son algunos de los factores que influyen en la salida de las mujeres en el mercado laboral y en la creación de un techo de cristal más resistente. Sin tomar en cuenta el aumento de la carga de responsabilidades de cuidados que hubo con el cierre de escuelas, jardínes y la suspensión de servicios de cuidados de personas enfermas, mayores y con discapacidades. Lo que llevó a que las probabilidades de trabajo se redujeran a buscar opciones a tiempo parcial o simplemente no poder hacerlo, provocando un retroceso de la participación laboral femenina en Chile de 10 años.
Incluso, tomando datos que pueden ser más cercanos para las personas, de acuerdo al informe Index de Laborum en julio de este año, la diferencia de sueldo requerido según el género se incrementa con la edad del postulante. Entre los candidatos entre 30 y 45 años, la remuneración requerida por los hombres es 15% mayor. Y peor aún para aquellos mayores a esa edad, la brecha se amplía hasta un 31%.
Un mercado competitivo precisa de personas motivadas, desempeñándose a su nivel óptimo con un salario justo y que no tenga diferencias por su condición de género. Hoy, más que nunca las mujeres necesitamos que estas cifras disminuyan, que la brecha se acorte de forma real y que la corresponsabilidad sea una forma de vida, no una política de algunas empresas. No sirve de nada mirar los números superficialmente de manera positiva, si la verdad es que desde el inicio de la pandemia, con la salida del mundo laboral de miles de mujeres, vemos cómo nuestra sociedad se hace más vulnerable y menos equitativa.