La Antártica es un continente dedicado a la paz y la ciencia y definido como una reserva medioambiental, en el cual más de 40 países desarrollan actividades científicas. Sin embargo, debido a las condiciones particulares geográficas y climáticas la forma de producción de energía eléctrica y térmica ha estado basada principalmente en combustibles fósiles.
La actividad que Chile realiza en este continente se desarrolla mediante la operación de bases con capacidades científicas ubicadas a lo largo de la Península Antártica.
En este contexto, el Instituto Antártico Chileno (INACH), el Programa de Energías Renovables de la GIZ y la Fundación Antártica 21, comenzaron a trabajar en la evaluación de alternativas energéticas para que las bases chilenas en este continente se provean de combustibles sustentables, sin emisiones de CO2, como el hidrógeno verde.
Esta alianza, formalizada a través de un convenio de colaboración, buscará el desarrollo de un proyecto que permita la transformación de la matriz energética, en principio, de la base Antártica Profesor Julio Escudero, evaluando el uso de tecnologías que utilizan hidrógeno verde o sus derivados.
El Dr. Marcelo Leppe, director del INACH, explica que la protección del medioambiente antártico es una preocupación central para su institución, siendo una de las líneas de investigación del Programa Nacional de Ciencia Antártica las “Huellas humanas en la Antártica”. “Esta preocupación científica está en línea con la renovación de tres bases del INACH, cuyo diseño tiene como prioridad ser amigable con el medioambiente incluyendo la forma en que generaremos energía para su operación, por eso nuestro interés en explorar alternativas como el uso del hidrógeno verde”, afirma Leppe.
En tanto, Rainer Schröer, director del Programa de Energía de GIZ, explica que “nuestro compromiso es apoyar la transición energética de Chile, por lo que vemos en esta iniciativa un impacto muy positivo que beneficiará a este continente único, el cual debemos proteger y preservar, y que servirá de referente para que otras naciones puedan migrar a sistemas cero emisiones”.
Por su parte, Jaime Vásquez, presidente de la Fundación Antártica 21, afirma que “es parte de nuestra misión, fomentar el cuidado y protección del ecosistema antártico. Estamos seguros de que el potencial de producción de hidrógeno verde en la región de Magallanes y de la Antártica Chilena, ofrece oportunidades concretas para impulsar la transformación y transición energética de las bases antárticas”.
Los próximos pasos de esta iniciativa son la evaluación técnica de diferentes alternativas tecnológicas y logísticas para buscar la solución óptima, así como sumar a otros socios en esta tarea que beneficiará a un lugar único en el mundo.