Ignacio Parada, Abogado y emprendedor, CEO de BioElements
La Ley de plásticos de un solo uso, publicada hace pocos días y a entrar en vigencia a comienzos de 2022, es un gran avance para regular la entrega de estos productos desechables en restaurantes y servicios de delivery.
A su vez, fomenta en la ciudadanía un mayor cuidado por el planeta que depara a las próximas generaciones. No obstante, los pasos nunca deben ser más largos que las piernas, ya que legislaciones de este tipo, más que prohibir, deben ser un salto hacia una mayor concientización sobre los materiales utilizamos en Chile.
Esto no solo se trata de no usar plástico, sino que su reemplazo sea el más adecuado posible. Sustituirlo por cartón o papel, pese a su origen natural, genera consecuencias irreversibles para el ecosistema. Greenpeace no desconoce la funcionalidad de esta suplencia, pero también llama a considerar al sector forestal como un área estratégica para enfrentar la crisis climática, y no “una excusa para continuar la cultura del usar y tirar a través del papel promoviendo el aumento de su consumo en el mundo, ya que las previsiones de crecimiento que se hacen se sustentan en modelos económicos insostenibles, enormemente derrochadores y contrarios a las verdaderas soluciones”, como planteó la organización en 2019.
Tras conocer el informe del IPCC de la semana pasada, que confirma la irreversibilidad del calentamiento global y la total implicación de la humanidad en su generación, el uso de alternativas amigables con el medio ambiente es decisivo para el futuro. Por esto, y frente a los materiales originados por la celulosa, Greenpeace saca a relucir las bondades de ciertas opciones que vuelven al ciclo de la naturaleza, como por ejemplo las alternativas biodegradables. Primero, porque evitan el talaje de muchos árboles y bosques, y segundo, porque derivan en productos eficaces y de grandes resultados.
Una biobolsa genera 80% menos residuos sólidos que un ejemplar hecho de papel. A su vez, consumen un 40% menos de energía y su peso es hasta 10 veces menor. Por último, son menos invasivos en su composición y rendimientos, siendo una esperanza ante las montañas y continentes de materiales que hoy flotan en los océanos, o que atiborran vertederos, rellenos sanitarios e incluso terrenos aledaños a viviendas, escuelas o áreas verdes.
Soy un convencido de que, para acabar con la contaminación por plásticos y papel debemos incidir por más opciones sustentables y con información del impacto en su entorno, algo que carece en el actual sobreembalaje de papel y la creciente cantidad de residuos que genera. La innovación en materiales puede lograr que estos problemas solo sean un mal recuerdo de un pasado al que no podemos volver.