María José Noguera Lezama, Coordinadora Gestión Ambiental, Programa de Sustentabilidad UTEM
En el marco del Día Mundial del Reciclaje, debemos comprender que somos parte de un ciclo de vida donde cada uno de nosotros cumplimos un rol para hacer del planeta un lugar sustentable; más aún desde que vivimos en tiempos de pandemia, en la cual hemos podido verificar de primera mano cómo las medidas sociales restrictivas han surtido efectos favorables al medio ambiente.
Venimos arrastrando durante siglos con la cultura de: “Extraer – Producir – Consumir – Desechar”. Partiendo de lo anterior, según datos suministrados por el Ministerio de Medio Ambiente (MMA), Chile se encuentra dentro de los países de Sudamérica que genera la mayor cantidad de residuos por cada habitante, lo que se traduce en 1,26 kilos/persona día. En tiempos de pandemia, prácticamente todo lo que las personas consumíamos en los trabajos, restaurantes, centros educativos, entre otros, se transfirió a los hogares, por ende, se ve presente mayor generación de residuos domiciliarios de forma directa.
El reciclaje es el proceso al que se somete un residuo para transformarlo en materia prima o un nuevo producto. En Chile solo el 10% de residuos domiciliaros tales como: papel blanco, plásticos, vidrio, latas, por nombrar algunos, son aprovechados en un sistema de reciclaje; considerando que en el país se genera alrededor de unos 8 millones de toneladas de residuos municipales/domiciliarios, acorde datos suministrados por el MMA. Por ejemplo, según datos proporcionados por el Ministerio en su último reporte ambiental, casi la mitad de los desechos que generamos en nuestros hogares corresponden a residuos orgánicos, los que en su mayoría van a dar directo a los rellenos sanitarios de las diversas ciudades, que bien pudieran ser aprovechados como compost, lo que también nos hace un llamado a concientizarnos hacia la disminución o reducción de lo que usamos y generamos día a día.
El lado positivo es que, como población, estamos rompiendo y transformando esos pensamientos paso a paso hacia una cultura donde prevalezca la economía circular, que no es más que el aprovechamiento cíclico de los productos que se generan y consumimos. A nivel nacional, se han buscado las alternativas necesarias que nos pueden ayudar como país a minimizar, concientizar y generar soluciones con respecto a la generación indiscriminada de residuos, tanto a nivel domiciliario como en el ámbito industrial. Por ejemplo, actualmente está promulgada la Ley 20.920 conocida como Ley REP (Responsabilidad Extendida al Productor y Fomento del Reciclaje), con ella se busca disminuir la generación de residuos y promover su reutilización, reciclaje y otro tipo de valorización; esta es una de muchas acciones que están ejecutándose dentro del país.
Cada vez existen más alianzas para mejorar el sistema de reciclaje, por ejemplo, han surgido nuevos programas con el Movimiento Nacional de Recicladores de Base en tiempos de pandemia, nuevas Pymes que incursionan en el ámbito, entre otros. De igual manera, desde nuestros hogares debemos hacer más esfuerzos para actuar con respecto al tema, evitar el consumismo que nos ha caracterizado los últimos años, reducir el consumo de productos con envoltorios innecesarios, concientizar y crear comunidades más sustentables.
La educación es parte fundamental de este proceso; hemos podido observar esto desde hace unos años atrás con la preocupación que tienen las diferentes instituciones de educación desde la primaria hasta la educación superior/universitaria, donde podemos considerar como ejemplo a la Universidad Tecnológica Metropolitana como baluarte en este tema y la sustentabilidad en general, y muchas otras más instituciones, organizaciones y fundaciones que cada vez se abocan a educar para poder mejorar las condiciones de nuestro medio ambiente y sociedad.
El 17 de mayo, Día Mundial del Reciclaje, es un buen momento para recordar que la contaminación por residuos tiene impactos negativos graves en el ambiente, en la salud y seguridad humana, pero en la medida que las personas, industrias y gobiernos puedan transformar sus comportamientos y patrones cotidianos, podremos mejorar y lograr un equilibrio ambiental, que nos permita avanzar hacia un mundo sustentable.