Alejandra Fuenzalida, directora ejecutiva de United Way Chile.
A raíz de la conmemoración de un nuevo Día de la Educación Rural pongo sobre la mesa a un grupo de escolares con casi nula visibilización de sus necesidades y problemas.
Si bien existe una desventaja de los estudiantes rurales de educación básica y media frente a sus pares urbanos, debido al poco acceso y conectividad, situación que se agravó debido al cierre de las escuelas por la pandemia, cabe preguntarse ¿qué pasa con la primera infancia en dichas zonas?
La educación preescolar en sectores rurales es escasa, quedando la enseñanza, principalmente, a cargo de padres y cuidadores, con lo que la primera infancia, etapa crucial en el desarrollo de los niños y niñas del país, queda en desventaja.
La situación es aún más preocupante si consideramos que el 40% de las escuelas básicas en Chile son rurales (Mineduc 2020). Es decir, la brecha es grande y empieza justo cuando se deben adquirir bases sólidas para el futuro.
Como país miembro de la ONU, Chile adoptó la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, y no debemos olvidar que el número cuarto nos empuja a trabajar para garantizar una educación de calidad durante toda la vida y para todos.
Niños y niñas con educación preescolar de calidad contarán con mejores oportunidades si, como país, logramos dar las mismas herramientas a todos los niños y niñas en esta etapa. De ser así, la brecha, sin duda, podría hacerse más pequeña en el futuro.