¿Cómo definen nuestra huella de carbono nuestros patrones de movilidad?

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¿Has pensado alguna vez cuánto tiempo de tu vida pasas en un taco cada día? ¿O la cantidad de cosas y pasatiempos nuevos que podrías haber empezado en vez de dar vueltas mientras encuentras un lugar para estacionarte? Los estudios de transporte cifran el costo anual de la congestión en $160 mil millones, que incluyen 7 mil millones de horas de nuestro tiempo perdidas en un tráfico y 3 mil millones de galones adicionales de combustible quemado. 

El Día de la Tierra nos invita a reflexionar sobre el impacto que tenemos los seres humanos en el planeta y qué acciones podemos llevar a cabo para reducir nuestra huella de carbono. Un nuevo estudio del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), por ejemplo, sugiere que el uso de transporte compartido y de servicios de viajes compartidos, podrían reducir el número de vehículos en la carretera por un factor de tres sin afectar significativamente los tiempos de viaje. El transporte privado es una de las mayores fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero día a día.

¿Podemos o estamos dispuestos a reducir nuestra huella de carbono diaria? Para la mayoría de las personas, los viajes de ida y regreso al trabajo son el comienzo y el fin de la rutina diaria. Sin embargo, la forma cómo elegimos transportarnos, es una de las decisiones climáticas más importantes que tomamos a diario. Según el informe de efecto invernadero 2019, un automóvil de gasolina promedio produce el equivalente a 180g de CO2 por kilómetro mientras que un taxi regular emite 210g de CO2 por kilómetro. Un estudio de la Universidad de California, por su parte, afirma que las personas tienden a usar más el transporte público evitando el automóvil privado, cuando están seguros que luego podrán tomar un transporte compartido. 

Transporte compartido: ¿Tendencia o necesidad en América Latina?

América Latina es el hogar de más de 650 millones de personas, de las cuales el 83% vive en áreas urbanas; para el 2050, esto podría aumentar en un 90%, predice ONU-Habitat. No solo eso, sino que en la próxima década se estima que la población urbana total aumente a 711 millones. Casi el 30% del tráfico en las grandes ciudades urbanas se debe a conductores frustrados que conducen en busca de un lugar para estacionar. En Ciudad de México (una de las ciudades más congestionadas del mundo), por ejemplo, un viaje al trabajo toma en promedio un 66% más y el tráfico agrega 227 horas adicionales al tiempo total de viaje diario dentro de la ciudad. 

Por otro lado, tenemos a los millennials, una gran parte de la población a la que le importa muy poco tener un automóvil. Vale la pena mencionar que los millennials constituyen una cuarta parte de la población total de América Latina, y que son conocidos por su estilo de vida ecológico y que adoptan, a una alta velocidad, modos de transporte alternativos y servicios a pedido que pueden marcar la diferencia en su huella de carbono diaria.

En el frente de la electromovilidad en América Latina, los datos revelan una oportunidad única de escalar. En 2018, sólo se registraron 23.000 vehículos eléctricos híbridos y se comercializaron 3.700 vehículos eléctricos de batería. Para el 2025, se espera que el mercado de la movilidad eléctrica alcance las 114.700 unidades, a una tasa de crecimiento anual del 25%. Esto es importante destacar considerando que, según la Organización Mundial de la Salud, la contaminación del aire es el mayor riesgo ambiental en América Latina.

En Chile, el sector transporte es el responsable de más del 22% del total de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). En este contexto, la “Estrategia Nacional de Electromovilidad”, presentada por el Ministerio de Energía, Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones, y Ministerio del Medio Ambiente; pretende impulsar la movilidad eléctrica en el país con el objetivo de cumplir la meta establecida para el 2050: que el 40% de los vehículos particulares y el 100% de la flota de transporte público sean eléctricos. Según un informe de Enel publicado en 2020, en Chile circulan alrededor de 900 autos eléctricos y se proyecta que para el 2030 esta cifra aumente a 80.000.

“Es muy importante enfocarse en la electrificación de los vehículos para combatir la contaminación y aprovechar el revolucionario desarrollo de la tecnología para apoyar nuestras comunidades. La movilidad sustentable y saludable es una de las tendencias que se popularizó aún más a la luz de la pandemia, ya que nos permitió ver lo que podría ser un mundo con poco tráfico y aire puro.”, comenta Hans Hanckes, Gerente General Beat Chile. 

ECOLÓGICA

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