Valeria Palacios, Directora Programa de Aceleración Corporativa, Alianzas y Startups en InterSystems Chile
Considerando una nueva conmemoración por el día del emprendimiento, resulta interesante analizar la situación de las startups con base tecnológica en Chile, quienes están enfrentando una tremenda oportunidad de crecimiento.
El período extenso de pandemia a nivel mundial ha hecho que en el país se validen varios supuestos respecto a la conducta de las personas en distintas esferas de su forma de vida, principalmente, en lo familiar, académico y laboral. Esto fue un acelerador en la detección de necesidades y brechas digitales sobre lo relevante para las personas, las empresas y las organizaciones.
Es un escenario que no se puede dejar escapar, puesto que abre oportunidades a nuevas formas de ingresos y al replanteamiento de las propuestas de valor de soluciones que ya están en el mercado.
Partiendo desde lo básico y aunque suene repetitivo, lo que debemos potenciar, sobre todo este 2021, es el acceso a financiamiento, los emprendimientos de base tecnológica necesitan “quemar plata” y esos fondos deben salir de algún lado para que ese riesgo no signifique un impedimento a la innovación.
Por otro lado, la vinculación de los potenciales mercados en la validación de las soluciones, tomando como referencia el contexto de pandemia: ¿Cuántas veces nos preguntamos que determinadas cosas hubieran resultado mejor si tan sólo hubiéramos podido tener la capacidad de registrar e intercambiar ciertos datos? Pues bien, eso es. Hacer patente esa necesidad y sobre todo llevarla a la práctica con todo lo que eso significa en términos de sistemas, personas y sentido de negocio.
El crecimiento de un país no puede estar atado a una economía basada en la extracción de recursos naturales, sobre todo teniendo en cuenta los talentos que el país forma, la estrategia de generación y distribución de conocimiento, además de la rentabilidad social que puede generar. Tampoco olvidemos los esfuerzos del Estado en poner incentivos adecuados y pertinentes en el fomento de la innovación y la digitalización.
Chile es cuna de emprendimientos de economía circular, de energías verdes, innovación social e incluso de economía de la creatividad, donde personas venden contenido relevante para otras en una suerte de mecenazgo virtual alcanzando público que de otra manera no hubieran podido acceder o bien les habría tomado mucho más tiempo y esfuerzo. Entonces, la importancia radica en poder diferenciar lo que una startup “sabe hacer” versus “lo que está haciendo” y poder trasladar ese saber hacer a sectores donde se necesita ese saber y modularlo al sentido de negocio o de industria del sector.
Las startups son un gran aliado para potenciar un ecosistema bajo el impacto de la construcción de relaciones no transaccionales, que son un “lujo” que no todas las empresas se pueden dar cuando se relacionan entre ellas, y dicha relación tiene un potencial mucho mayor de ser perdurable en el tiempo y ser consistente en los beneficios a largo plazo.
Las empresas cuando se enfrentan a este proceso de relacionamiento con startups también lo hacen consigo mismas en la consistencia de sus procesos, su due dilligence y la propuesta de valor para un mercado emergente, lo que significa un aprendizaje interno relevante. Por otro lado, la diferencia en velocidad de las startups versus las grandes empresas, que es lo que principalmente atrae, ya que consiste en un vehículo dinámico de observación de brechas, necesidades y validación, lo que resulta invaluable en la búsqueda de nuevos modelos de negocio y mecanismos de ingreso, siendo las startups una suerte de altavista para la empresa, permitiéndonos este acercamiento que de otra manera nos costaría mucho en tiempo, esfuerzo y reacción.