Jaime Munita, gerente general de AFP Capital
Una necesidad tan básica del ser humano, como lo es mantenerse comunicado, fue uno de los principales desafíos que la pandemia del Covid-19 planteó a nivel mundial.
Fuimos testigos de cómo la conectividad pasó a ser un elemento vital para mantener un estilo de vida saludable durante los largos períodos de confinamiento, especialmente para las personas de la tercera edad.
De acuerdo a la encuesta Chile 3D de GfK Adimark, si el año 2016 un 38% de los adultos mayores tenía conexión a internet, esa cifra aumentó a 63% el 2020. En la misma línea, We Are Social y Hootsuite publicaron en su reporte “Digital Global Overview Report”, que más de 4.500 millones de personas tienen acceso a internet, acercándonos a una penetración del 60% a nivel mundial.
Sin duda, este pronunciado aumento se debe a que la pandemia subió a los mayores al carro de lo digital para que pudiesen estar en contacto con sus seres queridos a través de videollamadas, mantenerse informados, hacer entretenidos panoramas en casa, y al mismo tiempo, tener una mayor independencia, entendiendo que desde aquí pueden hacer las compras del mes, pagar cuentas, reservar horas médicas, e incluso gestionar sus pensiones.
Desde el sector púbico y privado se hicieron importantes esfuerzos para aportar a esta tendencia. Sin ir más lejos, hace un año el Gobierno implementó el plan “Adulto Digital” y desde AFP Capital creamos la plataforma EstarBienenCasa.cl, la cual busca acompañar a las personas mayores a través de contenido relevante, actividades entretenidas y educativas, que fomenten su bienestar físico y mental. Así, desde hace algunas semanas estamos realizado un ciclo de charlas virtuales que buscan transformarse en un panorama recreativo para este verano.
Sin embargo, aún hay desafíos pendientes que debemos enfrentar todos juntos como sociedad. Un estudio de País Digital demostró que en los mayores de 80 años todavía existe una brecha generacional, pues sólo el 18,1% son usuarios de internet, lo que pone sobre la mesa la importancia de generar instancias de alfabetización digital para que ellos tengan la posibilidad de verse beneficiados con su uso, más aún en tiempos de pandemia.
Hoy un grupo no menor le está perdiendo el miedo a las nuevas tecnologías y siente gran interés por ser parte de este mundo cada vez más fácil de navegar –lo que se conoce como gerontecnología–, mientras otros continúan sin entender cómo funciona, quedando completamente aislados.
Así, más allá de desarrollar nuevas herramientas y garantizar el acceso a internet, lo aprendido es que hay que propiciar los espacios para que jóvenes acompañen a los mayores en este proceso, entregándoles conocimiento y aclarando dudas que logren aminorar esta diferencia que se genera con las personas acostumbradas al lápiz y papel.
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