Los Plásticos de un solo uso, un material que está presente en muchos aspectos de nuestra vida, se ha convertido en el último tiempo en blanco de críticas y de políticas que buscan su eliminación, pero detrás de esto se esconde un problema mucho más profundo que no termina con la prohibición de su uso.
Durante los últimos días se ha reforzado la campaña en contra de los plásticos de un solo uso frente la comunidad. Es sabido que este material está presente en cantidades importantes en nuestro planeta, abultando vertederos y formando islas flotantes en nuestros mares, pero demonizarlo no es la solución para lograr un medioambiente más saludable.
La Asociación Nacional de la Industria del Reciclaje (ANIR) ve estos hechos con preocupación, conocen la importancia del reciclaje y del reúso y, por lo mismo, apoyan iniciativas que fomenten en la comunidad las buenas prácticas en este sentido por lo que participan en iniciativas como el Pacto por los Plásticos que lidera Fundación Chile, además integra los comités estratégicos de la Hoja de Ruta para una Economía Circular para Chile impulsado por el Ministerio del Medio Ambiente.
Las aprensiones de ANIR son compartidas por centros de estudios especializados que abordan el tema de los residuos plásticos desde la mirada científico-técnica como el Departamento de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Universidad de Santiago o LABEN-CHILE Centro de Innovación en E+E, que miran con gran inquietud las series de iniciativas (cada vez más numerosas) que tratan de forma desestructurada el tema de los residuos de envases plásticos y el impacto medioambiental. “En ningún momento estamos cuestionando la necesidad de revisar estos aspectos, pero se están tomando decisiones sin respaldo científico-técnico”, afirma la Dra. María José Galotto, vicerrectora de Investigación, Desarrollo e Innovación de la USACH.
Lamentablemente de manera facilista y efectista se ha buscado hacer creer a la población que la eliminación de los plásticos de un solo uso es la única solución para descontaminar aguas y tierras y evitar que los micro plásticos lleguen incluso a las personas.
Lo primero es contextualizar que el plástico por su versatilidad y aplicabilidad es utilizado en diferentes áreas, lo que ha venido a poner al alcance de todos aspectos como la higiene, eficiencia logística, conservación de alimentos, comodidad y precios más accesibles, entre muchos otros beneficios. En este contexto los expertos están convencidos de que el énfasis debe ponerse en la educación, el correcto uso y posterior reutilización o reciclaje del plástico.
El informe “La realidad de los plásticos: Mitos y verdades”, realizado por Forética, organización española referente en sostenibilidad y responsabilidad social empresarial, afirma que “los distintos tipos de plástico cuentan con propiedades que les hacen ser buenos materiales de envasado para muchos productos (ligereza, facilidad de impresión, transparencia, versatilidad, seguridad alimentaria, higiene, entre otras), que permite hacer
llegar el producto en las mejores condiciones y que se conserve el mayor tiempo posible a la venta. Así, casi el 40% del uso de los plásticos se atribuye a la fabricación de envases”.
Según datos de ANIR, en el año 2017 en Chile las tasas de reciclaje para envases y embalajes usados y diseñados con distintos polímeros fue para el PET (17%). El tercer Informe del Estado del Medio Ambiente (IEMA) 2020, es aún más categórico. En relación a los residuos determinó que los chilenos emitimos más de un kilo de basura por persona al día, y menos del 1% de eso se recicla. Y señala que solo se gestiona un 6% del plástico.
Por todo lo anterior es que la asociación gremial considera muy relevante mejorar estas cifras, pero eso se logra de la mano con la sociedad porque uno de los aspectos fundamentales de esto es la educación. “El gran problema con el plástico es que no se recicla en masa debido a la inexistencia operativa de la Ley REP, lo que hace que no exista aún la obligación de crear sistemas de recolección domiciliarios, que es donde se genera gran parte de los residuos y terminan hoy en los rellenos sanitarios. Tal como el plástico, cientos de residuos de diversa materialidad podrían estar ahogando a los ambientalistas, están demonizando al plástico y, ¿qué pasa con el resto de los residuos?, ¿por qué no les preocupan todas las materialidades y solo atacan al plástico sin dar alguna solución concreta?”, comenta Martín Walsen, presidente de ANIR. Asimismo, el directivo agrega que para ANIR los millones de residuos reciclables que encontramos en los rellenos sanitarios son un recurso de alto valor que esperan poder comenzar a recuperar una vez que se ponga en marcha la Ley REP.
Asimismo, Franz Kramer, gerente comercial y fundador de Enfaena S.A., comenta que “el plástico, es un material maravilloso que no hemos sabido aprovechar. Al que se le ha señalado como el responsable de la gran crisis medioambiental, siendo una de las materias primas más jóvenes en la industria del packaging es, sin duda, una solución fantástica para la industria del reciclaje actual”. El empresario agrega “que nosotros lo creamos y, por lo mismo, nosotros debemos hacernos responsables de manejarlo, tengamos responsabilidad de consumo, no compremos productos en exceso de material con empaque. Si eres de las personas que no está de acuerdo con la existencia del plástico y otros materiales de embalaje, renuncia a la compra masiva, ten un consumo responsable, no compres el envase de 1 kilo, sino el de 5, prefiere volumen, opta por lo retornable, no botes los residuos a la basura, infórmate, recicla”.
En general, en estos aspectos, las empresas socias de ANIR no son amigos de las prohibiciones, sino de la educación, de hacerse cargo de los materiales utilizados (sean de un uso o de varios), de cumplir con las normativas vigentes, de ponerse metas ambiciosas, pero alcanzables, y de la libre elección. “No apoyamos este tipo de iniciativas de prohibir un material, un producto, etc., si fuera tan fácil y efectivo este tipo de medidas, deberíamos prohibir el alcohol, el tabaco, la sal en temas de salud o el petróleo u otros combustibles en la industria de la energía. No es el camino indicado”, agrega Felipe Dutilh, gerente general de Recipet y Typack y miembro del directorio de la asociación gremial.
Hay que tener en cuenta, que el plástico le permite a Chile, entre muchos otros aspectos, ser un gran exportador de fruta, como es el caso de los arándanos y de las uvas, por nombrar algunas. Con otros materiales no se lograría llegar a los mercados lejanos que actualmente se alcanzan con una excelente calidad y con una pérdida marginal de fruta. “Además, como la gran mayoría sabemos, se trata de plásticos reciclables y que actualmente se reciclan en nuestro país. La industria ya cuenta con capacidades instaladas ociosas, en espera de que haya mayor disponibilidad de los materiales post consumo, que mejore la recolección, la separación primaria y secundaria y, también, que las regulaciones se implementen (Ley REP, por ejemplo) y que existan incentivos (de la comunidad, económicos, ambientales, etc.) para que se formulen nuevos productos con materiales reciclados”, comenta Felipe Dutilh.
Generar alarma colectiva y hablar negativamente de un material no es la solución para crear conciencia y limpiar el medioambiente, una estrategia conjunta e informada tendrá efectos a corto y largo plazo mucho más tangibles que prohibir simplemente un material porque la sociedad no sabe cómo tratarlo.
Es bastante ilustrativo ver como se defiende a un tipo de materiales de las prohibiciones y se perpetúan ideas incorrectas o implausibles sobre los mismos. Los materiales que usamos y necesitamos responden a una larga historia y evolución en los materiales de ingeniería, como todos los materiales modernos que usamos en la actualidad.
Casi sin excepción, toda esa evolución es un largo proceso de desarrollo científico, ingenieril y de tecnologías. Igualmente, ese inmenso desarrollo no habría sido posible sin grandes inversiones económicas y de talento humano, así como también del desarrollo de sistemas y cadenas de negocios, que hoy por más que queramos, difícilmente podremos cambiar con prohibiciones limitadas y miopes. En muchos sentidos, los materiales que usamos hoy son los mejores materiales de los que disponemos y que podemos imaginar y fabricar dentro de un balance económico razonable.
Entender lo anterior implica en primer lugar tener idea de un inmenso sistema de economías de escalas; el cual una vez entendido, rápidamente, invalida una infinidad de las supuestas soluciones que se han planteado hasta hoy. De la misma manera, el desarrollo de dichas economías de escala implica la obligación de entender que cualquier solución que intentemos al problema de los residuos plásticos, desde la industria del plástico o de sus usuarios más relevantes (industria de alimentos) debe pasar por sobrepasar la barrera de grandes volúmenes de recuperación de materiales postconsumo. Aunque esto último, en si mismo, no signifique en ningún caso que se haya asegurado un reciclaje que garantice la revalorización; si no, y muy lamentablemente, es todo lo contrario, siendo la desvalorización uno de los resultados más frecuentes del reciclaje en la industria de plásticos.
La siguiente, e igualmente importante, barrera al reciclaje, y a la verdadera revalorización de los plásticos postconsumo, es la calidad de los materiales reciclados y eso por el momento; con muy ilustres excepciones, es una tarea a realizar. Una tarea esta última que requiere cosas muy distintas a educar a los consumidores; que finalmente es muy poco lo que pueden hacer; y muy al contrario, de esta extraña y popular idea, requiere de inmensos desarrollos tecnológicos; y sobre todo muy buenos conocimientos científicos e ingenieriles sobre materiales de ingeniería modernos, conocimientos tanto de sus propiedades fisicoquímicas y mecánicas como de su procesamiento.
En la actualidad nos encontramos frente a una industria de reciclaje de plásticos; más bien artesanal, creada con el traspaso directo y por lo tanto muy limitado de las tecnologías de la industria de transformación de plásticos vírgenes; y enfocada de manera bastante estéril hasta el momento en lograr los máximos volúmenes de la “mejor calidad posible” de residuos, aunque sin mucha garantía de que esto realmente sea así; pero nada más. Es decir no existe una verdadera industria de materiales plásticos reciclados; más allá del mito que encierra este proceso de tan sólo procesar basura.
No podemos decir con certeza, que en la actualidad exista una verdadera industria de materiales secundarios basada en plásticos postconsumo. En realidad sólo existen limitados desarrollos tecnológicos que pueden ser comprados a muy altos costos y que sólo se justifican en el paradigma de los altos volúmenes de material postconsumo recuperados. Dichas tecnologías, sin embargo, no logran satisfacer ni las necesidades de un mercado aún muy inmaduro y ni mucho menos las desproporcionadas y poco fundamentadas expectativas de la sociedad en cuanto al manejo de residuos de origen plástico.
Mientras no nos detengamos a entender desde el punto de vista de los retos reales de la industria del reciclaje de plásticos postconsumo y sus reales posibilidades, jamás lograremos hacer cambiar las cosas; es decir, la creación de una verdadera industria de materiales secundarios. Pero para eso, debemos escapar del discurso de la basura y de un ambientalismo-social, a veces demasiado rudimentario y pobre.
Reciclar es un problema técnico, científico y de ingeniería; cualquier otra cosa es perder el tiempo y malgastar dinero que podría ser mucho mejor invertido. Muchas gracias