Marcos Sepúlveda, Director General – LLYC
Las organizaciones deben reflexionar sobre cómo aprovechan la reinvención para reposicionar sus compañías en función del propósito, articulando un liderazgo auténtico y respondiendo a la demanda de que las empresas desempeñen y mantengan un papel ciudadano activo y comprometido.
El estallido de la pandemia ha cambiado de manera repentina y brusca la vida de todos, no solo en Chile, si no que en todo el mundo. El COVID-19 ha planteado desafíos, que al mismo tiempo, pueden ser enormes oportunidades.
La pandemia nos ha obligado a repensar las organizaciones y adaptarlas al nuevo escenario post-covid que tanto destaca en las conversaciones a lo largo y ancho del planeta: La Nueva Normalidad.
Los desafíos comienzan por la necesidad de avanzar en medio aún de la incertidumbre: ¿hemos pasado lo peor? ¿se producirán nuevas oleadas? ¿serán más o menos agresivas?
En general, gran parte de las organizaciones precisan recuperar y ampliar la confianza de sus distintos stakeholders especialmente de sus colaboradores directos cuyas prioridades, han cambiado no solo en medios de esta crisis sanitaria sino también, en un horizonte acechante de la Inteligencia Artificial y la automatización. Debemos reinventar la forma de establecer y cultivar las relaciones.
La vuelta a la normalidad, no será un regreso al pasado. La crisis sanitaria que hemos vivido, nos ha enseñado que las mejores fórmulas, aquellas con mayor poder de transformación e impacto, son aquellas sustentadas en la suma de esfuerzos. El éxito es siempre colaborativo y la comunicación (del storydoing) es la principal herramienta para estimular las confianzas.
Para gestionar estos desafíos y transformarlos en oportunidades, los líderes de la nueva normalidad, deben destacarse por una excelente gestión de las emociones, una gran capacidad de agregación y siempre “pisando el terreno”.