Evelyn Puga, Directora Escuela de Terapia Ocupacional Universidad de Las Américas UDLA
En la conmemoración de un nuevo Día Mundial del Síndrome de Down, es importante relevar las mejoras en materia de inclusión en nuestro país, desde el reconocimiento de la diversidad a nivel educativo, laboral y comunitario, hasta el desarrollo de leyes que protegen a estos grupos que muchas veces presentan situación de vulnerabilidad. A pesar de esto, aún hay mucho camino por avanzar.
El Estado debe desplegar todas las acciones de protección a través de la provisión de los recursos humanos y materiales que apoyen los procesos de inclusión, cuidado y acompañamiento de las personas con Síndrome de Down, además de la eliminación de toda barrera que limite su potencial.
Desde la dimensión ética, es sustancial reconocer a la sociedad y al Estado como actores claves en la eliminación de acciones discriminatorias que afecten la dignidad de estas personas, estableciendo marcos de convivencia donde la diversidad, aceptación, fraternidad/sororidad y colaboración sean los pilares fundamentales que reflejen una sociedad inclusiva.
Por tanto, es necesario mirar la situación de las personas con Síndrome de Down desde una perspectiva estructural, comprendiendo que son las condiciones sociales las que restringen sus posibilidades de inclusión y que todos somos parte del cambio epistemológico-cultural que visualice la diversidad como un valor y no como un mero concepto.