Heterogeneidad en edad, salud, ingresos y espacios culturales, son algunos desafíos que se enfrentan durante el envejecimiento en el país.
En el marco del 8M, expertas de la Universidad de Chile indican que las relaciones de género e identidad son los principales problemas que viven a diario las más de un millón de mujeres mayores de 65 años.
Actualmente Chile se ubica como el país con mayor expectativa de vida en América Latina. Las cifras del INE indican que el 11,4% de la población nacional equivale a personas mayores, de las cuales el 56,8% son mujeres. En el contexto del Día Internacional de la Mujer, especialistas de la Red Transdisciplinaria sobre Envejecimiento (RedEn) de la Universidad de Chile dan cuenta de los desafíos a los que se ven enfrentadas las adultas mayores en la sociedad, poniendo énfasis en el contexto de crisis sociosanitaria.
En esta línea, la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores sostiene que el abandono, los cuidados paliativos, la discriminación múltiple y el maltrato, son temas que todos los estados debieran considerar al momento de establecer políticas públicas. Sin embargo, la directora de la Asociación Latinoamericana de Gerontología Comunitaria y miembro colaborador de RedEn, Mónica Roqué, indicó que esto se ve altamente intensificado por factores de género.
“El mundo envejecido es fundamentalmente femenino, pues el 55% de las personas mayores de 60 años a nivel mundial son mujeres. Por eso es importante tener en cuenta que los tratados internacionales ponen énfasis en la discriminación hacia las mujeres y disidencias sexuales, pues llegamos a la vejez con una gran suma de desigualdades. Entre éstas destacan las económicas que se vieron potenciadas durante la pandemia, y las de salud, pues las mujeres viven más años desarrollando más enfermedades o comorbilidades que deben ser atendidas”, destacó la académica Roqué.
En 2006, Senama registró que el 13,18% de las mujeres mayores eran económicamente activas, cifra que aumentó más de cuatro puntos durante la última década. En la misma fecha, la exclusión social indicaba que el 7,6% de las adultas mayores vivían bajo la línea de la pobreza y 1,3%, bajo la línea de la indigencia debido a la exclusión educacional.
La académica de la Escuela de Salud Pública y miembro de RedEn, Alejandra Fuentes-García, apunta a las inequidades que se acumulan a lo largo de la vida cuando se habla de vejez. “En Chile hay grandes desigualdades, pero cuando nos enfocamos en el género se ven multiplicadas. Sabemos que la población ha envejecido y las condiciones estructurales no les dan una buena calidad de vida a las personas mayores, especialmente a las mujeres que cuentan con menos pensiones, una violencia constante y un sistema de seguridad social que no responde a los principios internacionales”, indicó.
Las adultas mayores y la crisis sociosanitaria
Tras un año del inicio de la pandemia por COVID-19, el Ministerio de Salud reporta más de 21 mil fallecidos, de los cuales el 85% son personas mayores de 60 años. A pesar de que el proceso de vacunación en el país haya priorizado a este grupo etario, logrando más de 4 millones de ciudadanos y ciudadanas inmunizadas con la primera dosis, existen otros problemas que se deben atender en cuanto a la salud en la vejez.
La académica de la Facultad de Medicina e integrante de RedEn, Alicia Villalobos, señaló que “la pandemia ha significado un cambio abrupto en las rutinas de las personas mayores. Por ejemplo, se destruyó por completo el tejido social de las organizaciones de este grupo etario, en donde la participación es prioritariamente femenina, dejando las relaciones y los espacios personales estancados. Si a esto le sumamos un ambiente estresante y conflictos con su autonomía y autovalencia, podemos comprobar que las mujeres han sido las que más se han visto comprometidas tras el encierro”.
Bajo este contexto, la profesora Villalobos agregó que “debemos entregar el conocimiento y convocar a reflexionar sobre estos temas. A su vez, tenemos que ser capaces de generar una coordinación con los municipios, el Senama y las instituciones de salud, para ver la mejor forma de salir de este nuevo escenario en el que nos encontramos”.