Víctor Opazo Carvallo, CEO de Solek Chile
Este domingo fue el Día Mundial de la Energía, y en Chile hubo razones suficientes para celebrarlo. El contexto más inmediato es la reciente promulgación de la nueva Ley de Eficiencia Energética, una señal extremadamente positiva desde el punto de vista del consumo, pero no es la única arista de importancia que toca este hito para la industria en Chile.
Si bien un gran objetivo de la eficiencia es el ahorro, también está fuertemente relacionado con el origen de la energía, especialmente cuando se trata de watts que son producidos por fuentes con una alta Huella de Carbono.
Esta realidad está cambiando fuertemente, con una cada vez mayor participación de energías renovables en la matriz, que durante diciembre y solo en energía fotovoltaica, registraron un 13,6% de capacidad instalada.
Y el camino parece estar todavía más despejado para facilitar el rol de esta nueva Ley, considerando que el país vive un momento único en cuanto a proliferación de pequeños proyectos solares, que generan energía cuya Huella de Carbono es prácticamente nula, y que en el largo plazo incluso pueden ser factores de cambio en los precios de la electricidad, al estar ubicados en puntos adyacentes a las grandes ciudades, y prescindiendo de líneas de transmisión que incrementan su costo.
De lograrse este triángulo perfecto, el sistema proporcionaría energía limpia a millones de personas.