Paula Ortiz, Gerenta de Proyectos, Arcadis Chile
La pandemia durante el 2020 generó una caída de la emisión de CO2 a nivel global debido a que las cuarentenas y restricciones de desplazamiento, disminuyeron los viajes, la actividad industrial y el consumo de energía, lo que claramente contribuyó en la disminución de la contaminación atmosférica, acústica y la reducción de la congestión vehicular en las ciudades.
En la Región Metropolitana vivimos un invierno con una disminución de un 30% en las emisiones contaminantes, lo que contribuyó a que se redujeran los clásicos cuadros infecciosos respiratorios que afectan a la población.
Asimismo, la pandemia evidenció algunos signos del cambio climático, la sequía y la escasez hídrica hicieron que animales silvestres se acercarán a las ciudades en busca de comida y agua; algunas comunidades se vieron dificultadas en el acceso al recurso, inclusive, para practicar una frecuencia en el lavado de manos, acción recomendado para evitar la propagación del virus. Entre el cambio climático y COVID-19, nos vemos en la obligación de buscar una recuperación que impulse las economías sostenibles para construir un futuro mejor.
El mundo ya está actuando, China, el país con mayores niveles de emisiones de CO2, busca lograr carbono neutralidad al 2060. Chile no se queda atrás, adelantando para 2024 objetivos de descarbonizar la matriz eléctrica e impulsando las estrategias de residuos, como parte de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor.
Para residuos orgánicos Chile busca reciclar el 66% de estos al 2040. Actualmente, el 58% de los residuos de los hogares chilenos son orgánicos y terminan en los vertederos. Apenas el 1% de restos de frutas y verduras son reciclados en forma de biogás, o compost.
Hoy más que nuca se hace necesario pensar en una recuperación sostenible, reciclar, usar energías alternativas, renovables y sostenibles para cubrir las necesidades e impulsar la economía.