Así lo determina un nuevo estudio de Accenture, según el cual, además, el 92% espera que estos eventos extremos aumenten y empeoren en los próximos 10 años, mientras que el 95% cree que el cambio climático debido a las emisiones de gases de invernadero (GHG) ha sido un factor contribuyente.
Los eventos climáticos de alto impacto son cada vez más frecuentes y graves en todo el mundo, y la mayoría de las compañías de energía eléctrica no están preparadas aún para el aumento del estrés operativo que esto genera. De hecho, a pesar de la creciente cantidad de conversaciones sobre la resiliencia que se dan en las oficinas de los ejecutivos y en bibliografía focalizada del sector, sólo un cuarto (24%) de los más de 2.000 ejecutivos de utilities que entrevistó Accenture como parte de su encuesta global “Digitally Enabled Grid”, siente que están muy bien preparados para gestionar los desafíos planteados por los eventos climáticos extremos. La consultora encuestó a ejecutivos responsables de redes, redes inteligentes (smart grids), distribución de energía eléctrica, operaciones y operaciones de redes, planificación de sistemas y distribución, así como a líderes funcionales.
Además, se espera que estos eventos sean aún más destructivos. Entre los encuestados, el 92% espera que estos eventos extremos aumenten y empeoren en los próximos 10 años, mientras que el 95% de los encuestados cree que el cambio climático debido a las emisiones de gases de invernadero (GHG) ha sido un factor contribuyente.
Según explicó Martín Tavil, Director Ejecutivo de Energía y Minería de Accenture Chile, “durante años, las utilities de energía eléctrica se enfocaron mucho en la confiabilidad de la red de distribución; sin embargo, ese único enfoque ha resultado inadecuado para las empresas del sector y para la sociedad en general, especialmente cuando se considera el contexto más amplio. Cuando una empresa de servicios públicos se enfrenta a clima extremo y ocurre un evento secundario (como, por ejemplo: ciber ataques, terremotos, tormentas geomagnéticas, guerras, incendios descontrolados, y como vemos ahora, pandemias como la del COVID-19), la situación puede ir de mal en peor rápidamente. La clave es poder pasar exitosamente de una estrategia basada en la confiabilidad a una basada en la resiliencia”.
El experto agregó que “el factor que lo complica es que, hasta ahora, la resiliencia sigue siendo una especie de concepto amorfo en el negocio de las utilities. Sin una definición estándar y ampliamente aceptada de resiliencia en la industria o de parte de los reguladores, recae en las propias utilities ponerse a la vanguardia en el desarrollo de incentivos, métricas y modelización apropiada, y establecer los cimientos para un enforque de colaboración entre los entes reguladores, los clientes y sus propias organizaciones. Esto requerirá de una nueva estrategia holística y de vanguardia, basada en datos e impulsada por la tecnología digital con foco en la eficiencia energética y en los recursos renovables”.
Para ayudar a las utilities a desarrollar la resiliencia que necesitan para gestionar estos desafíos con confianza, en el estudio Accenture le pidió a los encuestados que respondieran una amplia variedad de preguntas sobre los mayores desafíos a los que se enfrentan con respecto al clima extremo. También que identificaran, entre las actividades que realizaban, aquellas que consideraban más promisorias para desarrollar resiliencia y aquellas que les resultaban más frustrantes.
Casi 9 de cada 10 (87%) ejecutivos de utilities encuestados manifestó que estaban sufriendo eventos climáticos severos con mayor frecuencia en sus regiones, tal como lo indica la figura 1. Incluso lugares conocidos por sus condiciones climáticas relativamente moderadas están sufriendo un incremento en la intensidad de los eventos climáticos extremos.
Las principales preocupaciones de las empresas eléctricas sobre eventos de clima extremo están en vientos muy fuertes, inundaciones, hielo invernal y rayos.
Casi tres cuartos (73%) de los ejecutivos de utilities considera que el clima extremo constituye un importante desafío para mantener las operaciones y la seguridad de las redes. Según la mayoría (90%), estas tendencias climáticas han puesto en riesgo a la viabilidad financiera continua de los negocios de las redes eléctricas.
Tavil explicó que “en algunos casos, el extenso daño al equipamiento de las redes y los pasivos por pérdidas frente a terceros podrían ser demasiado grandes para que el riesgo se internalice en el propio balance de una empresa de servicios púbicos especialmente las más pequeñas y no diversificadas. Y es una realidad que debería considerarse en el contexto de otros eventos, tales como la pandemia del COVID-19, que podría causar una disrupción a largo plazo que aún no puede determinarse para las utilities, la economía y la sociedad en general”.
De acuerdo con el estudio de Accenture, la mayoría de los esfuerzos de resiliencia realizados hasta la fecha no han abordado esta nueva realidad. ¿La razón? En gran parte, la investigación revela que los esfuerzos de las utilities para convertirse en organizaciones más resilientes han sido más tácticos que estratégicos y, por ende, han logrado solamente mejorar la confiabilidad.
¿Cuál es la diferencia entre confiabilidad y resiliencia?
El caso específico del COVID-19
A medida que la nueva realidad de vivir en medio de una pandemia comienza a instalarse, las utilities están conociendo el alcance completo de los impactos en sus fuerzas de trabajo, clientes y operaciones. La respuesta inicial ante la diseminación del virus se ha focalizado en confirmar prácticas seguras de trabajo y mantenimiento del rendimiento operativo. Esto ha resultado clave para mantener la provisión confiable de electricidad vital en tiempos críticos. Sin embargo, es fundamental anticipar y planificar una segunda ola de infección o incluso múltiples olas, y en particular, cómo se pueden hacer más resilientes las prácticas de trabajo, en paralelo con un evento climático extremo.
Tavil concluyó que “las utilities deberían aprovechar los tiempos de calma de las infecciones para reevaluar su respuesta ante las pandemias y ponerla a prueba para los escenarios con climas extremos. Primero, se deberían capturar los puntos de aprendizaje de la infección inicial e incorporarlos en planes de acción. Entre ellos, revisar el rendimiento, capturando perspectivas de todo el negocio; contactar a pares para compartir prácticas y experiencias; evaluar la operación de la función de respuesta ante emergencias e identificar oportunidades de mejora; determinar las brechas y desarrollar planes de acción a corto plazo para acortarlas; modelización de la disrupción de la cadena de abastecimiento para proporcionar estrategias de mitigación de riesgos”.