Chile y la catapulta global de hidrógeno verde

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Por Gonzalo Muñoz, High Level Action Champion COP25 y Presidente de TriCiclos

El año 2020 será recordado como el año de la pandemia COVID19. Un hito directamente asociado con la muerte, la pérdida de salud, la pérdida de bienestar, la detención de muchas actividades y el cierre temporal o permanente de muchas organizaciones; y por lo tanto es difícil hablar de áreas en las que el año 2020 mostrará un punto de inflexión positivo en la historia.

Y aunque todavía estamos en medio de la pandemia, ya podemos imaginar que este año (y en muchas zonas debido a la COVID19), también se recordará como el año en que la transición energética hacia la neutralidad del carbono se aceleró a un ritmo sin precedentes.

El hecho de que la economía se haya paralizado, y con ello el uso del carbón para la producción de electricidad, así como el uso del petróleo para el transporte, ha servido para acelerar los procesos de desinversión en estas tecnologías, y para avanzar más rápidamente en las tecnologías que las están reemplazando en todo el mundo.

Así, se estima que la producción de electricidad basada en fuentes renovables crecerá alrededor de un 7%, en el mismo período en que se estima que la demanda mundial de energía se habrá reducido en un 5%. Pero sabemos que un solo momento como el de este año no resolverá la crisis climática. Se necesitan cambios estructurales y permanentes. Así como no basta con electrificar todo lo que se puede electrificar con energía de fuentes renovables.

También es necesario acelerar la transición energética en los sectores difíciles de abatir (acero, aluminio, refinerías, vidrio, transporte marítimo y aviación, entre otros). Y como sabemos que algunos de estos sectores tardarán años en resolverse, es esencial que este año se estén dando las condiciones para acelerar este proceso. Por eso, en algún momento empezaremos a recordar el año 2020 como el año en el que se aceleraron las inversiones en proyectos de energía renovable, incluidos los que permitirán sustituir el petróleo y sus derivados en estos sectores más complejos. Y la tecnología que se está posicionando como la ideal para ese reemplazo es el hidrógeno verde.

Para aquellos de nosotros que hemos seguido el tema durante un tiempo, este año hemos sido testigos de una verdadera revolución del hidrógeno verde, tras el relevante crecimiento de las energías renovables en todo el mundo, así como el declive del interés por los combustibles fósiles.

Chile es un país que históricamente ha sido pobre en combustibles fósiles y por lo tanto ha tenido que importar casi todos ellos; pero al mismo tiempo es uno de los países con mayor riqueza en fuentes de energía renovables (solar, eólica, mareomotriz y geotérmica). Gracias a la gran reducción de los costos de la energía solar y eólica, además de una especial atención a facilitar la rápida escala de los electrolizadores, Chile aspira seriamente a liderar el proceso del hidrógeno verde para ayudar a ser competitivo con los combustibles fósiles.

De esta manera, toda la economía chilena se descarbonizará antes de 2050, y además el país podrá posicionarse como un país que exporta hidrógeno verde de bajo costo al mundo, creando un sector en su economía que iguale o supere el papel que históricamente ha desempeñado el cobre. Si tiene éxito, el hidrógeno verde podría servir de plataforma que permita a Chile alcanzar el necesario desarrollo sostenible.

Como ejemplo de la revolución del hidrógeno verde que venimos impulsando desde Chile, el ministro Jobet lanzó a principios de noviembre la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, y ahora el país quiere participar activamente en la iniciativa Catapulta Global de Hidrógeno Verde, que tiene por objeto facilitar la implementación a nivel mundial de 25GW de electrolizadores no más allá de 2025, con el fin de ayudar a que el costo de producción sea inferior a 2 dólares por kilogramo. La Carrera hacia las Cero Emisiones Netas (Race to Zero) definitivamente se alimentará de energía limpia, incluido el hidrógeno verde chileno de alta competitividad.

ECOLÓGICA

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