Por Valesca Montes, coordinadora de Pesquerías Sustentables de WWF Chile
La pandemia del coronavirus ha significado un remezón para el mundo y también para Chile, el cual ha sido especialmente duro con los sectores más postergados y vulnerables económica y socialmente.
Los pescadores artesanales y las personas vinculadas a esta actividad, que tiene una alta tasa de informalidad, han visto reducidas sus posibilidades laborales y, por ende, sus ingresos y la posibilidad de subsistencia de sus familias. El golpe ya se ha visto reflejado en algunos indicadores, como las cifras de desempleo de julio del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en donde la tasa de ocupación informal ha caído 5,2 puntos porcentuales en un año, debido principalmente a un desplome de 42% en el sector de agricultura y pesca.
Estos datos tienen un especial significado este mes, que está marcado por la veda de la merluza común o chilena, nuestra popular pescada. Se trata de una medida que protege este recurso pesquero, actualmente en estado de sobreexplotación, desde el 1 al 30 de septiembre, periodo de su peak reproductivo. A pesar de las dificultades evidentes que ha generado la pandemia para el sector artesanal, la idea de levantar esta veda, como una eventual reacción frente a la crisis económica y social, nunca ha estado sobre la mesa, porque los pescadores tienen claridad respecto a su importancia para la sustentabilidad de su trabajo en el corto y largo plazo.
Esa actitud, en medio del mal momento que vive el sector, es muy valorable, pero refuerza la necesidad de agilizar las acciones de apoyo para la pesca artesanal. Actualmente se espera la promulgación de una ley que aborda algunos aspectos administrativos que podrían ser de ayuda, como la postergación de obligaciones como la instalación de cámaras a bordo de las embarcaciones y la suspensión de las caducidades en el Registro Pesquero Artesanal (RPA). Sin embargo, recogiendo lo que plantean algunas organizaciones artesanales, las medidas no serían suficientes ni tendrían la urgencia y profundidad que requiere la actual crisis.
En esta línea, como WWF Chile esperamos que se sigan explorando más herramientas para el sector, siempre velando porque incorporen una mirada de sustentabilidad, aplicando el enfoque ecosistémico y el principio precautorio. Poder tener una base científica para la toma de decisiones hoy es particularmente necesario, ya que es la única forma de asegurar que las medidas de recuperación no terminen generando efectos perjudiciales y, tal vez, irreversibles, en el largo plazo.
La crisis, evidentemente, también puede abrir oportunidades para innovar y fortalecer el rol de la pesca artesanal para la reactivación de las economías locales y aportar a la seguridad alimentaria del país. Hacer esto en una lógica de desarrollo sustentable constituye una garantía para la resiliencia que nos permita prevenir o enfrentar de mejor manera nuevas crisis sanitarias, ambientales y económicas.