De acuerdo a un estudio preliminar realizado por Fundación MERI junto al economista del Fondo Monetario Internacional, Ralph Chami, la población total de ballenas azules en Chile –concentrada mayoritariamente en la Patagonia Norte y que se estima entre 570 y 760 ejemplares- tendría un valor económico aproximado de US$2.200 millones.
Los océanos son responsables del 55% del oxígeno que respiramos y son los principales sumideros de co2. Esto se debe a las diferentes especies que lo habitan, como los cetáceos. “Las ballenas captan hasta 33 toneladas de dióxidos de carbono en su cuerpo a lo largo de su vida”, comenta Sonia Español Jiménez, coordinadora del área de océanos de Fundación MERI.
De acuerdo a un estudio preliminar realizado por Fundación MERI y el economista del Fondo Monetario Internacional, Ralph Chami, la población de ballenas azules en Chile -que fluctúa entre 570 a 760 ejemplares-, tendría un valor económico aproximado de US$2.200 millones de dólares. Este cálculo, el primero en su tipo en Chile, busca avanzar en la valorización de los servicios ecosistémicos marinos para así incentivar la protección de las ballenas, mamífero de alto valor biológico y económico por su aporte en la captura de carbono, aumento de los stocks pesqueros y el beneficio derivado del turismo.
El estimativo se basa en un cálculo financiero realizado a partir del valor económico asociado a estos cetáceos en diversas actividades, como el turismo, y a su valor biológico, como captadores de CO2.
En un estudio previo realizado por Chami y publicado en un informe del FMI en 2019, el economista estimaba el valor de cada uno de estos cetáceos en US$2 millones. “Lo que hicimos en ese entonces fue aplicar técnicas financieras y pudimos valorar cada ballena”, comentó Chami.
De acuerdo a la coordinadora del área de océanos de Fundación MERI, la metodología utilizada para el cálculo en Chile es similar, se basa en las mismas técnicas financieras aplicada previamente por el economista del FMI, pero considerando la realidad de la actividad económica local y la población de ballenas azules en la Patagonia Norte y a lo largo de todo el país.
La información fue dada a conocer en el seminario “Océanos: desafíos y soluciones asociados a la economía azul”, organizado por Fundación MERI y el Ministerio de Medio Ambiente, donde participaron Gunter Pauli, economista y principal exponente de la economía azul; Ralph Chami, economista del Fondo Monetario Internacional (FMI), reconocido por su investigación sobre el valor económico de las ballenas; Ko Barret, vicepresidenta del IPCC y directora asistente del NOAA; el exministro de Medio Ambiente y miembro del directorio de Fundación MERI, Marcelo Mena; Diego Flores, jefe del Departamento de áreas Protegidas del MMA; y la coordinadora de la Línea Océanos de la fundación, Sonia Español Jiménez.
Primera red sudamericana monitoreará desplazamiento de ballenas y regulará colisiones con barcos
Asimismo, para proteger a las ballenas, Fundación MERI y el Ministerio de Medio Ambiente anunciaron el desarrollo de un proyecto piloto de alerta temprana en la Patagonia Norte –conocido como Blue Boat Initiative- que, por medio de boyas inteligentes, entregará información a las embarcaciones sobre la presencia cercana de estos mamíferos y así evitar colisiones.
“Se trata de boyas inteligentes equipadas con hidrófonos, sensores oceanográficos y transmisores que comenzarán a operar, como piloto, en Patagonia Norte que es la zona con mayor concentración de ballenas azules y otras especies de cetáceos en Chile”, comenta Sonia Español Jiménez, encargada del área de océanos de Fundación MERI.
Actualmente el 90% del transporte de mercancías a nivel mundial se realiza a través de los océanos lo que se convierte en una de las principales amenazas que hoy afecta a los ecosistemas marinos. Desde la década de los 90, se ha cuadriplicado el número de naves que transita por esta vía, así como su tamaño.
“El llamado que tenemos como país es a proteger los servicios ecosistémicos marinos, promoviendo el desarrollo de soluciones concretas, como la que hoy anunciamos”, comenta la presidenta de Fundación MERI, Francisca Cortés Solari.
Por su parte la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, destaca que en el periodo post pandemia será necesario a modelos económicos más sustentables “donde la conservación y cuidado de los océanos tendrán un rol importante. El proyecto Blue Boat Initiative apunta a esa nueva mirada”.
Por su parte, la vicepresidenta del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático y directora asistente del NOAA, Ko Barret, destacó que “Los informes del IPCC muestran que el cambio climático está afectando la biodiversidad de los océanos. Esto se reflejará en pérdida de productividad, cambios de la química de los océanos. Esto puede tener repercusiones económicas relevantes, considerando que los océanos generan billones de dólares y empleos que se están viendo amenazados”.
Asimismo, Marcelo Mena, del Centro de Acción Climática y miembro del directorio de Fundación MERI, habló sobre la importancia de avanzar en la creación de áreas protegidas marinas y destacó el desarrollo de políticas que el país ha implementado para el cuidado de los ecosistemas marinos, por ejemplo, en la disminución del uso del plástico y la iniciativa.
Autor de la economía azul: “La mayoría de los países, incluido Chile, han destruido sus bosques de algas”
El destacado economista belga y principal exponente de la economía azul, Gunter Pauli, habló sobre la necesidad de avanzar no solo en la protección de los océanos, sino además en el desarrollo de una economía sostenible basada en la regeneración de los ecosistemas, por ejemplo, mediante el uso de algas.
En esa línea una de las iniciativas que propone la economía azul, señaló Pauli, es generar cortinas de algas en lugares estratégicos, principalmente comenzar desde la periferia de los países. Uno de esos lugares, propone Pauli, podría ser Isla de Pascua. “La mayoría de los países, incluido Chile, han destruido sus bosques de algas, que son productores naturales de co2. Esto debido a la pesca y al turismo poco sostenible”.
Agregó que “Lo que necesitamos hoy es unir las actividades económicas para el bien común. Nosotros proponemos 8 a 10 iniciativas, que permitan que Rapa Nui genere su propia agua, energía y alimento”.
Asimismo, comentó que Estados Unidos está analizando la posibilidad de generar gas a partir de algas, agregando que se estima que con tres a cuatro millones de hectáreas de algas se podría cubrir prácticamente el total del consumo de gas de ese país.
Del mismo modo, aseveró que “Cultivando algas marinas en su hábitat natural se podrían generar 1.000 toneladas de biomasa de algas por hectárea, según demostró un estudio que realizamos en Sudáfrica y otros países”.
Esta iniciativa, sin embargo, debe ir de la mano de políticas que promuevan la reducción de microplástico en los océanos, ya que el aumento de este afecta gravemente la producción de algas, así como la vida de otras especies.
“En Marruecos, por ejemplo, constatamos que el crecimiento de algas se limitaba a 200 toneladas por hectárea, ya que el país está enfrentando una crisis de microplásticos. Esto quiere decir que en cada centímetro cuadrado de océano encontramos 10 a 12 microplásticos pegados al alga. Por eso no tiene la misma posibilidad de crecer”.