Por Matias Hoyl, Country Director Laboratoria Chile
La coyuntura sanitaria mundial está impactando múltiples áreas de nuestras vidas. Dado que vamos a enfrentar un mundo laboral, político y económico cada vez más cambiante e incierto, las instituciones educacionales como la nuestra tenemos el rol (y el deber) de estar a la vanguardia, adaptarnos y estar en constante búsqueda de la mejora continua de nuestros programas para prestar oportunidades educacionales contextualizadas.
Al contar con 6 sedes en 5 países y un equipo regional dispersado en más de 8 países, el trabajo remoto es parte de nuestra forma y cultura de trabajo, lo vivimos en el día a día, y aunque aún quede mucho por aprender, como organización entendemos que una cultura de alto alineamiento y alta autonomía es clave. Cada persona sabe qué es lo que tiene que hacer para acercarse a la meta en común (alineación) y tiene la libertad elegir el cómo lo hace (autonomía).
Pese a que el nuevo escenario mundial que estamos viviendo presenta enormes desafíos, como organización nos comprometemos a no detenernos. Las clases en Laboratoria, bootcamp de seis meses en donde formamos a mujeres como programadoras, pasaron a ser 100% remotas. Este cambio de la noche a la mañana solo fue posible gracias a los tres pilares fundamentales de nuestro programa: foco en el autoaprendizaje (cada estudiante es dueña y responsable de su aprendizaje), trabajo en base a proyectos (buscamos simular el ambiente laboral al cual nuestras estudiantes se enfrentarán el día de mañana) y colaboración por sobre competencia (trabajos en grupos inmersos en una cultura de feedback).
Nuestro compromiso con las nuevas generaciones de estudiantes es aún más fuerte, y nuestra misión cada vez más relevante: desarrollar una economía digital más competitiva, diversa e inclusiva. Buscando talento dónde nadie más lo está buscando e intentando ser un espacio en donde todas las personas puedan transformarse en aprendices de por vida.