Por María Jesús García-Huidobro, gerenta de marketing de Laborum.com
Cuando nos ponemos a pensar que más del 70% de las mujeres son sostenedoras de hogar en Chile y que la participación laboral femenina alcanzó sólo un 49,2% de acuerdo al INE en febrero, es imposible no reflexionar sobre las desigualdades del país.
Tener que sacar adelante una familia, la vida profesional y personal parece difícil cuando una de las mayores barreras se da en el trabajo con la disparidad salarial y bajas oportunidades que se les entregan.
De acuerdo a un reciente informe que realizamos en nuestra plataforma, llamado Index, la diferencia entre las pretensiones de renta por género alcanza un 17%. Las mujeres piden menos que los hombres, y la brecha crece a medida que avanzan en edad, lo que se puede atribuir a una desigualdad histórica que ha hecho pensar por décadas que merecemos menos.
Hoy están más que claros los cambios que necesitamos. Sin embargo, para comenzar a aplicarlos y con las escasas políticas públicas que resguardan el tema, las empresas privadas deben tomar un rol activo para emparejar la cancha. Primero entendiendo que tanto hombres como mujeres tienen las mismas capacidades para asumir un trabajo, luego creando bandas salariales asociadas a cargos y habilidades, no a las personas, y, además, eliminando el conocido techo de cristal, entendiendo entonces la importancia en la entrega de apoyo, capacitaciones y mentorías para empoderar a las mujeres y generar equidad en las condiciones entre hombres y mujeres dentro las compañías.