Por Marco Coscione, Consultor de Gestión Social y especialista en comercio justo.
Marzo… la coyuntura nos obliga a reflexionar en el rol de las mujeres en nuestro mundo, el único que tenemos. En nuestras sociedades machistas y patriarcales donde, sin embargo, todo depende de ellas… y a pesar de ello, seguimos matándolas, violándolas, hiriéndolas, menospreciándolas, remunerando su trabajo menos que el nuestro.
En todos los ámbitos sociales, económicos y políticos las desigualdades persisten y los cambios son lentos. Replicar y promover esquemas individualistas y neoliberales puede dar la ilusión de una supuesta equidad de género o de un supuesto proceso de empoderamiento para que la mujer alcance el mismo nivel de poder del machito de turno, replicando las mismas jerarquías verticales. Sin embargo, la reflexión sobre la equidad en derechos nos debería obligar a pensar en qué tipo de relaciones socio-económicas representarían las bases para una sociedad realmente distinta. La economía feminista, la economía del cuidado, entre otras expresiones teórico-prácticas nos ponen frente a un desafío muy poco recogido al momento de elegir y construir políticas públicas.
Sin embargo, cada uno de nosotros y nosotras toma decisiones todos los días, elige algo cada día… y no solo cada 4 o 5 años. Es la principal elección de los movimientos que promueven la construcción de una economía cooperativa y no competitiva, un consumo consciente y no desenfrenado, que fomentan el comercio justo y solidario, y no este falsamente “libre”.
La equidad de género y el empoderamiento económico y político de las mujeres son pilares fundamentales del movimiento por el comercio justo y solidario. Un movimiento que tiene más de 70 años de historia desde sus primeras experiencias pioneras y en el cual las mujeres juegan un rol activo muy importante, a pesar de que en su interior también es posible encontrar los mismos pecados de la sociedad monoteísta, capitalista, machista y patriarcal, en la que nos criamos y crecimos.
Una de las pequeñas elecciones que tomamos cada día guarda relación con lo que compramos y consumimos. La mañana de muchas personas en todo el mundo, por ejemplo, empieza con un café… ¿Cuántas personas se preguntan de dónde viene el café como materia prima? Cada vez más. ¿Cuántas se preguntan quién lo produce y en qué condiciones? Muy pocas.
¿Café convencional u orgánico? ¿Café de medianas y grandes fincas privadas o de agricultores a pequeña escala? ¿Productores individuales u organizados en cooperativas o asociaciones? ¿Productores o productoras? ¿Comercialización colectiva? ¿Quién toma las decisiones de producción y comercialización?
Son muchas las preguntas que deberíamos hacernos al momento de beber nuestro primer café de la mañana. Sin embargo, pocos productos pueden dar estas respuestas. Si consideramos el café, en Chile hoy existe un café que puede dar varias de estas respuestas. Es el “Café Femenino”, orgánico y de comercio justo que dos valientes mujeres chilenas decidieron empezar a importar desde el vecino Perú. Pronto, esperan también poder hacerlo desde el Cauca colombiano, con las mismas condiciones.
Al comprar y consumir este café, el consumidor está apoyando los procesos de empoderamiento en la producción orgánica y comercialización lideradas por las mujeres pertenecientes a la Central de Cafetaleros del Nor Oriente (Cecanor), organización de productoras y productores a pequeña escala de café orgánico y de comercio justo del Perú, ubicada en Cajamarca, Lambayeque, Amazonas y San Martín.
Café Femenino es una fundación de los Estados Unidos que, desde el 2004, promueve en varios países del continente la comercialización de cafés producidos y comercializados enteramente por mujeres, pagando dos centavos más la libra del café de las mujeres productoras. En América Latina organizaciones de pequeños y pequeñas productoras de Bolivia, Brasil, Colombia, Guatemala, México, Nicaragua y Perú, cuentan con café femenino.
Este café es una óptima opción para todos los consumidores y para aquellas empresas que quieren seguir recorriendo el camino de la sostenibilidad también en el cambio consciente y responsable de sus adquisiciones internas. Además de todos los atributos mencionados, el café de las mujeres de Cecanor se puede consumir en capsulas compostables para las máquinas más vendidas en el mercado. Ya no hay escusa por no comprar un café equitativo y justo socialmente, ambientalmente y económicamente.