Por Marisol Alarcón, socia cofundadora de Laboratoria Chile.
Este último mes como nunca hemos evidenciado los dolores de la inequidad y de la falta de oportunidades reales para salir adelante.
Siempre se nos ha dicho que la educación es el camino transformador que permite la movilidad social y que permite que cada generación de una familia tenga mejor calidad de vida que la anterior.
Es decir, si me esfuerzo y estudio, accederé a buenos trabajos con buenos sueldos y calidad de vida, que sólo mejorará con el tiempo. Mis hijos partirán de un piso más alto que yo y podrán seguir escalando social y económicamente, lo mismo con mis nietos y bisnietos. Lamentablemente, esta promesa no se ha cumplido para todos, de hecho, se ha cumplido para muy pocos. Hoy entre otras cosas, estamos viendo los efectos de esta y otras promesas no cumplidas.
Hay varias razones por la cual la educación superior dejó de ser esa “bala de plata”. Una de ellas es la gran cantidad de oferta educativa que existe y no toda de buena calidad, lo que ha generado una sobre oferta de títulos universitarios o técnicos que en la práctica no se han traducido en acceso a buenos trabajos ni a buenos ingresos. Por otro lado, tenemos un sistema de educación desactualizado que no se ha adaptado a las necesidades de un mundo cambiante y cada vez más incierto. Además, la oferta educativa no siempre está conectada con el mercado laboral, graduando profesionales que no encuentran dónde emplearse y manteniendo industrias completas sin los talentos que necesitan.
Desde Laboratoria descubrimos hace cinco años que la industria digital es uno de esos sectores que está ávido por un tipo de talento que la educación tradicional no estaba ofreciendo y que los pocos profesionales que existían, además, eran en su mayoría hombres, sin una justificación real para que así sea. Considerando la falta de acceso, la necesidad de un modelo de educación diferente, la brecha de género y la gran proyección del mundo tech, implementamos un modelo distinto de formación en tecnología sólo para mujeres.
En nuestro bootcamp (programa de entrenamiento intensivo de 6 meses) estas mujeres no sólo aprenden a programar, sino a trabajar en equipo,resolver problemas,adaptarse al cambio y trabajar bajo presión, aprenden a aprender. Así, cuando son contratadas por las empresas que requieren su talento (retail, start ups, banca, clínicas, empresas de tecnología,entre otras), la sensación más común es que finalmente se llegó a ese tipo de talento tan difícil de encontrar en este sector tan dinámico. Empezamos cambiar los títulos por capacidades.
En promedio, nuestras egresadas estaban ganando el sueldo mínimo antes de entrar a Laboratoria y después de los 6 meses de formación en desarrollo front-end y diseño de experiencia de usuario (UX), están accediendo a sueldos que, inicialmente duplican sus ingresos previos y pueden mejorar con el tiempo. Son mujeres que no sólo tienen trabajos de calidad, sino que están empezando una carrera en tecnología que les abrirá tantas puertas como ellas quieran abrir. Comienzan una carrera que les llena de motivación, orgullo, alegría, confianza, y dignidad para ellas y sus familias. Una carrera que esperamos sí será ese camino de mejor calidad de vida para ellas, sus hij@s y niet@s.
Hoy más que nunca invitamos a repensar nuestros modelos educativos por un lado y por otro, a adaptar nuestros procesos de contratación del mundo empresarial, abriendo las puertas a un talento distinto y oculto, que quizás no tiene en su currículum las mejores Universidades del país, ni vive en el sector alto de la capital, pero que tiene y puede aportar muchísimo potencial y capacidad de adaptación, generando diversidad e inclusión, en una época que tanto la necesitamos.