Por Oscar Mercado, Director del Programa de Sustentabilidad de la UTEM.
Cancelar la realización de la COP25 en nuestro país fue una medida esperable, dado el contexto por el que atraviesa el país, con tantas demandas que aún no logran canalizarse.
En este contexto de múltiples e importantes demandas sociales, pareciera que todo el preámbulo que tuvo la COP y que vivimos como país durante este año, ya es parte del pasado, pues dejó de ser el tema público del 2019, para pasar a un segundo plano.
Para todos quienes trabajamos en Sustentabilidad, el anuncio de la realización de la COP25 en casa fue una gran oportunidad de poner en conocimiento de la opinión pública, a través del trabajo de ministerios, agencias, universidades y organizaciones sociales, temas y conceptos que durante años habían intentado llegar a la ciudadanía sin mayor éxito. La gente hablando de cambio climático, reciclaje, emisiones de CO2, entre otros términos, fue fruto de todo este trabajo y, sin duda, eso permanecerá, pues mucha gente tomó conciencia y cambió sus hábitos, para intentar aportar al desafío planetario.
Ahora, una vez bajada la COP, este impulso comunicacional se perdió, pues los temas que hoy mantienen la atención ciudadana son otros, muy distintos y, es más, podemos constatar que, desgraciadamente, el tema ambiental casi no aparece en las demandas ciudadanas.
Entre los efectos negativos de haber suspendido este evento, además de la pérdida de imagen país, está el que no se concretarán muchas importantes iniciativas y compromisos, que, desde muchos ámbitos, se estaban generando y que tendrían su cénit durante la realización de la conferencia. Compromisos de largo plazo de gobierno, organizaciones, educación superior, entre otros, ya no se concretarán con la fuerza que obligaba la COP, o, lo que es peor, no se harán. Cientos de actividades en todo Chile, como seminarios, ferias, congresos, encuentros, tampoco se realizarán, perdiendo la oportunidad de comunicar realidades, conocimientos y propuestas a un mayor número de personas.
La COP25 fue, a fin de cuentas, una gran oportunidad de poner en un lugar importante de las prioridades de la ciudadanía, todos los temas vinculados a cambio climático. La nueva realidad ha generado prioridades muy distintas, pero ha quedado, al menos, el tema en conocimiento de la comunidad. Abogar ahora porque las nuevas demandas sociales incorporen los temas que trataría la COP es un desafío importante, dado el carácter imperceptible de los beneficios de combatir el cambio climático, versus lo concreto de demandas como salarios, pensiones y salud.
Esperemos que la COP sí haya sido una golondrina, que hace verano.
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