Por Alejandra Fuenzalida, Directora Ejecutiva de United Way Chile.
Según cifras del Programa de las Naciones Unidas por el Desarrollo (PNUD), a nivel mundial más de 800 millones de personas aún viven con menos de 1,25 dólares al día. Muchos de ellos no cuentan con acceso a alimentación y agua potable, y se enfrentan a diario a condiciones de pobreza multidimensional[1], que en la mayoría de los casos estanca el desarrollo de las nuevas generaciones.
Chile no es la excepción. Hoy, miles de niñas, niños y adolescentes viven en contextos de pobreza extrema, dificultando sus oportunidades de desarrollo y agrandando la brecha que existe entre el primer y último quintil. Es en este punto en que creemos que la educación es una dimensión relevante para combatir la pobreza desde sus cimientos, por lo que el fortalecimiento de esta área se instituye como eje fundamental de acción en la erradicación de la pobreza.
Según el estudio “Reducir la pobreza mundial a través de la educación primaria y secundaria universal” desarrollado por la UNESCO, si todos los adultos terminaran la educación secundaria, 420 millones de personas podrían salir de la pobreza, reduciendo el número total en más de 50% a nivel mundial. Este ámbito es trascendental, ya que quienes tienen trabajo de baja calificación laboral, y por ende, escasos ingresos, presentan en promedio entre 8 a 10 años de escolaridad.
Para disminuir estas brechas no sólo se debe mejorar el acceso a la educación, sino que también la calidad de la misma.
En el ámbito de la educación, nuestro país se ubica en el ranking 35 de 40 en el índice “Better Life” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). A pesar de que en promedio los chilenos estudian más años, según el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, desarrollado por el organismo internacional, la calidad es más baja que en otros países, obteniendo 443 puntos, bajo la media de la OCDE que es de 486.
Pobreza
y educación están estrechamente relacionadas, por lo que la sociedad chilena
debe seguir trabajando para disminuir las brechas en este ámbito y de esta
manera mejorar los índices que nos sitúan en una baja posición respecto a los
demás países OCDE.
[1] La pobreza multidimensional se define según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la CASEN como un concepto no estrictamente ligado a la falta de ingresos, sino que además a dimensiones tales como Salud, Educación, Trabajo, Vivienda, Seguridad Social y Nivel de Vida en general.