Por Miguel García, Académico de la Escuela de Arquitectura y Paisaje, U. Central
El 27 de septiembre se conmemoró el ‘Día Mundial del Turismo’, destacando los aportes de esta actividad en materia social, cultural, político y económico.
Si bien este año, la Organización Mundial del Turismo propone como eje de la celebración ‘Turismo y empleo: un futuro mejor para todos’, nuestro país no puede dejar de abordar la inevitable vinculación entre turismo y cambio o emergencia climática.
Sin duda, la situación de emergencia climática y la diversidad ambiental de nuestro país, nos obligan a repensar el turismo desde el nivel nacional y local, partiendo por hacernos la pregunta, que, aunque pueda parecer incómoda, es necesaria, ¿Chile, está preparado para enfrentar el turismo frente a la emergencia?, sobre todo cuando nuestra oferta, ampliamente reconocida y premiada, es de aventura en paisajes naturales.
El turismo de aventura se caracteriza tanto por la disposición de paisajes maravillosos, como por la capacidad de control y gestión del riesgo de las actividades asociadas, permitiendo la generación de experiencias memorables para el visitante. Sin embargo, la emergencia pone en jaque ambas situaciones, y en menos de 20 años puede aumentar la cantidad, frecuencia y diversidad de eventos de riesgo no previsibles y sus efectos pueden reconfigurar los paisajes más allá de lo pensado.
Invitamos al sector turístico nacional, y a la comunidad en general, a reflexionar y actuar prontamente, principalmente en las regiones donde el turismo se vive y se vive del turismo, que es donde la emergencia es inminente. Comenzar a la brevedad este proceso nos puede llevar a comprometernos con el desarrollo de un turismo responsable, adaptativo y regenerativo, como herramientas para enfrentar la emergencia climática.
Desde la academia también nos debemos preparar, reforzar la formación de profesionales en estas materias, desarrollar líneas de investigación capaces de reconocer e interpretar con mayor certeza estos cambios al paisaje y sin duda generar acciones de vinculación con la comunidad, que permitan aprendizajes comunes y transferencia del conocimiento en beneficio de una mejor calidad de vida para todos.