Por María José Escudero, co Fundadora de Fundación Ronda
En Chile, actualmente la ciudadanía no confía en las instituciones, principalmente por el modelo de distribución de los recursos. Esta situación ha llevado a que el sentir popular sea de injusticia y de falta de igualdad, no sólo económica, sino que también en las oportunidades, las que deberían ser equitativas para todos los chilenos.
Ante este escenario, se enfrentan a un sistema de salud deficiente, a una educación inaccesible por sus costos, a la falta de políticas públicas en cuanto a temas de diversidad e inclusión y cuantos otros tópicos. Pero lo más doloroso es que esto ha traído consigo una gran carga de estereotipos, estigmatizaciones, discriminaciones, rabias, frustraciones y normalización de malos tratos y abusos.
La poca accesibilidad para participar en la toma de decisiones, por parte de organizaciones que trabajamos por la igualdad de derecho y oportunidades, ha llevado a que muchas de las políticas que hoy existen sean deficientes y no se acerquen a la real necesidad de las personas.
Un estudio de percepción elaborado por Fundación Ronda determinó que el principal motivo de discriminación dentro de las organizaciones, no es por lo que el colectivo cree, como es ser parte de alguna comunidad con barrera de acceso, como personas con discapacidad, personas mayores, personas migrantes, entre tantos otros, sino que los trabajadores perciben discriminación en sus organizaciones, por el cargo que ocupan (20%), por su situación socioeconómica (15%), y por su apariencia física (12%), de una muestra de un total de 5.608 personas.
Estamos seguros que la situación que vive nuestro país, requiere de un profundo compromiso del Estado, las organizaciones de la sociedad civil, las empresas y todas las personas, para poner en la mesa de discusión las necesidades de la sociedad en su conjunto, comprometiéndonos con nuestro país, de forma empática, responsable, humilde y desde la vereda de la contribución.
Debemos poder mirar hacia adentro y entender que es lo que necesitamos transformar en la manera en cómo nos relacionamos con otros, el cómo somos organización, cómo entendemos la equidad y cómo aportamos a ella, en definitiva, requerimos en conjunto buscar una gran respuesta y solución. Hacemos un llamado a la real empatía, pues solo desde ese lugar, podemos ponernos en el lugar del otro y ser una sociedad realmente humanizada.
En definitiva, necesitamos abrir espacios de diálogo entre la organizaciones de la sociedad civil, las empresas y principalmente el Estado, para hacer efectivo el aporte y colaboración, para construir un Chile mejor y crear juntos un Nuevo Pacto Social.