La Naturaleza puede curarse a sí misma, si le damos la atención que requiere

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A medida que las temperaturas abrasadoras continúan batiendo récords en toda Europa, se producen incendios forestales sin precedentes en el Ártico y se derriten las capas de hielo marino en los polos, la crisis climática nunca antes había sido tan palpable para tanta gente.

La creciente intensidad y frecuencia de los eventos climáticos extremos impacta la vida en la Tierra de muchas maneras.  Los ecosistemas oceánicos y terrestres, de los que todos dependemos, se ven afectados, al igual que la capacidad de nuestro planeta para satisfacer nuestras crecientes necesidades.

Un informe especial publicado hoy por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, IPCC, revela cómo el cambio climático, la gestión de la tierra y la seguridad alimentaria global interactúan entre sí, creando complejos circuitos de retroalimentación.

Al contribuir a la desertificación y la degradación de la tierra, la crisis climática amenaza gravemente los ecosistemas terrestres, la biodiversidad y la seguridad alimentaria mundial. Como era de esperar, las personas que viven en áreas degradadas o secas, que a menudo ya sufren de falta de recursos y agua, serán las más afectadas.

Pero así como los eventos climáticos extremos exacerban los procesos de degradación de la tierra en todo el mundo, “la gestión sostenible de los suelos puede contribuir a reducir los impactos negativos –en los ecosistemas y las sociedades– de múltiples factores estresantes, incluido el cambio climático”, señalan los autores del informe. Se pueden echar mano a varias soluciones para proporcionar un respiro a corto, mediano y largo plazo.

El poder curativo de la naturaleza

La agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra representan el 34% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Los programas de agrosilvicultura, reforestación y forestación, particularmente en las regiones tropicales, pueden contribuir en gran medida a reducir la degradación de la tierra y actuar como sumideros de carbono, mitigando y ayudando a los ecosistemas a hacer frente a un clima cambiante.

Estas soluciones basadas en la naturaleza, que presentan un enfoque integral del uso de la tierra al aprovechar los recursos existentes que la naturaleza tiene en existencia, nos permiten echar mano de la capacidad restauradora intrínseca del planeta.

Un clima más cálido se asocia con mayores emisiones de gases de efecto invernadero a través del descongelamiento del permafrost y la deforestación, entre otros. Por eso, preservar las turberas y otros sumideros de carbono vulnerables es crucial para frenar la liberación de estos gases. Cuanto más esperemos, más severos serán los riesgos, señala el informe.

Los niveles actuales de calentamiento global se amplifican por el aumento de la escasez de agua, la erosión del suelo, la pérdida de vegetación, el daño de los incendios forestales, el deshielo del permafrost, la degradación costera y la disminución del rendimiento de los cultivos, dice el informe.

Aprovechar el poder de la acción colectiva

A medida que los gobiernos toman nota y las comunidades, las organizaciones internacionales y los agronegocios actúan para implementar cambios en toda la sociedad para transitar rápidamente hacia la producción sostenible de alimentos y el uso de la tierra, nosotros, como individuos, también debemos hacer nuestra parte.

“El nivel de riesgo que plantea el cambio climático depende tanto del nivel de calentamiento como de cómo evolucionan los patrones de población, consumo, producción, desarrollo tecnológico y gestión de la tierra”, señalan los autores del informe.

Con un asombroso 25 a 30 por ciento de los alimentos producidos que se pierden o desperdician, se necesitan mejores prácticas relacionadas con la cosecha, almacenamiento, transporte y consumo para abordar el desperdicio de alimentos.

Hay otras formas en que las personas pueden hacer su parte: reducir el uso del agua, cambiar a una dieta más sostenible basada en plantas y disminuir el uso de plásticos desechablesticos que están asfixiando y contaminando los ecosistemas del planeta.

Si bien podrían ser necesarios algunos ajustes y sacrificios, “se pueden aplicar muchas opciones de respuesta sin competir por la tierra y tienen el potencial de proporcionar múltiples beneficios colaterales”, agrega el informe.

“Desarrollar y permitir el acceso a fuentes de energía más limpias es una de esas soluciones”, dice Musonda Mumba, experta en ecosistemas de ONU Medio Ambiente. “Al reducir la necesidad de quemar madera y carbón vegetal para obtener energía, las tecnologías de energía limpia ayudan a disminuir las emisiones de carbono y frenar las prácticas de deforestación, al tiempo que proporcionan beneficios socioeconómicos y de salud, particularmente para mujeres y niños”.

No habrá una bala de plata para resolver esta crisis provocada por el hombre, pero hay esperanza de que, actuando rápido y en todos los niveles de la sociedad, podamos reducir al menos parte del desastre que se desarrolla. Solo que no podemos darnos el lujo de esperar al próximo informe para recordarnos que el momento de actuar es ahora.

 La Cumbre de Acción Climática de la ONU tendrá lugar en Nueva York el 23 de septiembre de 2019, con el fin de aumentar la ambición y acelerar la acción sobre la emergencia climática mundial y apoyar la rápida implementación del Acuerdo de París. La Cumbre es organizada por el Secretario General de la ONU, António Guterres.

ECOLÓGICA

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