Por Eduardo Vergara, Director, Fundación PwC
A objeto de potenciar y hacer más efectivas sus tareas en el ámbito de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), PwC decidió concentrar todo este tipo de actividades en una Fundación, decisión a partir de la cual, entre otras, se puede destacar que, a contar de fines del 2018, se acogió la solicitud de la Fundación Educacional COMEDUC, de la Cámara Nacional de Comercio, que administra y actúa de sostenedor de una cantidad de liceos de enseñanza técnico profesional, en particular diez de ellos de tipo comercial, que imparten la especialidad de contabilidad, todos ellos situados en entornos de alta vulnerabilidad social.
La gran preocupación es la calidad de la enseñanza que reciben los estudiantes, saber en qué medida ella responde a la realidad de las demandas del mercado para profesionales con ese nivel de formación y las oportunidades que tienen a su disposición nuestros jóvenes.
Al enfrentar esta tarea, uno de los desafíos inmediatos surge al leer los programas oficiales establecidos por el Ministerio de Educación, para la especialidad, los que resultan demasiado amplios en sus objetivos y, por ende, hace difícil su consecución.
Por sobre la contingencia antes bosquejada, al asumir este proyecto de apoyo, no podemos dejar de reflexionar sobre lo que fue la antigua enseñanza técnico profesional, incluyendo las escuelas industriales, las escuelas agrícolas, las de técnicas domésticas y, en lo atingente, los institutos comerciales. En este último caso, existía una prestigiada educación de nivel medio que abarcaba, originalmente, siete años de “humanidades”, la que, luego de la reforma educacional de los años sesenta, se concentró a cinco años de enseñanza media, pero siempre manteniendo una fuerte especialización.
Los egresados de dicha enseñanza optaban, exitosamente, a cargos de responsabilidad en el mundo de la administración y las finanzas, con buenos niveles de remuneración y claras expectativas de desarrollo profesional. ¿Qué pasó con ese modelo de enseñanza? ¿Por qué se redujeron sus alcances? No tenemos la respuesta.
La contra cara de lo anterior, fenómeno sobre el que existe conciencia, es que actualmente todos los estudiantes se ven forzados a seguir una educación universitaria o, al menos, en algún instituto profesional de enseñanza superior, con los consiguientes costos, económicos y sociales, tanto para las familias como para el Estado.
Si llevamos lo anterior al ámbito laboral, nos encontramos con una gran cantidad de profesionales sobre calificados, desempeñándose como analistas contables o meros procesadores de información, con niveles de remuneración muy por debajo de sus expectativas y con elevados niveles de frustración.
Frente a esta realidad es indudable que continúa existiendo un amplio campo de desarrollo para egresados de la enseñanza técnico profesional, pero los desafíos para consolidar esta realidad no son menores, tanto en el ámbito educacional como en el de inserción laboral. Ojalá podamos ayudar a avanzar en algunos peldaños, sin perjuicio que la ambición debería ser lograr rescatar lo que fue la antigua enseñanza técnico profesional. No es simplemente que todo tiempo pasado fue mejor, sino que claramente se trata de un problema estructural de nuestro sistema educacional.