Por Claudio Torres, Regional Manager de D-Link
La tecnología se ha convertido en un elemento esencial en la vida de las personas. No sólo ha solucionado grandes problemas que antes eran difíciles de resolver, sino que también ha logrado que diferentes tipos de transacciones sean más fáciles, rápidas y seguras de hacer.
En esa línea, surgieron las denominadas Smart Cities, a las que se les suele asociar claves como una mayor movilidad, ambientes inteligentes y una economía más desarrollada. Sin embargo, su mayor característica se resume en “conectividad”, ya que para que una ciudad sea inteligente es necesario que se puedan enviar señales de un punto a otro, permitiendo la conversación e intercambio de información entre las tecnologías, donde temas de manejo big data e IoT son fundamentales. También es importante el actuar efectivo y eficiente de los ciudadanos, empresas y gobierno, en forma “conectada” para tomar acciones concretas ante elementos que perturben la estabilidad de una determinada ciudad.
Las cifras muestran que las Smart Cities son cada vez más comunes y como lo consiga el informe “Global Smart Cities Report 2017: Opportunities in the New IT Markets – Research and Markets”, hoy existen más de cinco mil ciudades inteligentes en el mundo y que dentro de los próximos 20 años podrían aumentar entre un 10% y 13%. Sin embargo cuando vemos la situación de ESSAL en Osorno, pareciera que estamos muy lejos de esta realidad, porque justo lo que busca una Smart City es poder recuperarse ante una situación crítica utilizando las Tecnologías de Información para interconectar diferentes órganos en una ciudad.
Bajo este escenario, la comunicación resulta clave para que exista conectividad. Esto se debe a que los sistemas, aplicaciones y organizaciones de las Smart Cities deben estar conectados a través de redes de datos para transmitir correctamente la información, haciendo que estas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) beneficien de la mejor manera a los ciudadanos. Es claro que hemos tenido muchos avances en todos estos aspectos, tanto en la inversión como en el desarrollo de este tema, sin embargo aún tenemos un importante camino por recorrer en el componente organizacional, es decir el Smart Citizen y el Smart Governance.
Sin duda, una Smart City es un sistema complejo, en el que todo está interconectado y su finalidad no sólo es ser una ciudad sostenible, sino que busca aprovechar las nuevas tecnologías para recopilar y analizar datos a gran escala que permitan generar conocimientos para que las autoridades monitoreen y administren de mejor manera la prestación de servicios. La tecnología ya existe, ahora falta el compromiso y esfuerzo de todos los miembros de la ciudad por utilizarlos.