Por Alejandra Fuenzalida, Directora Ejecutiva de United Way Chile.
Hoy conmemoramos el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, fecha que se encuentra instituida desde 2002 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para así unir fuerzas para enfrentar esta realidad y concientizar a la población mundial acerca de la magnitud del problema.
Si bien Chile presenta una de las tasas más bajas de esta problemática en Latinoamérica, datos de la OIT dejan en evidencia que, al menos 220 mil niños, se encuentran realizando algún tipo de labor a cambio dinero. Y, algo no menor, son las labores que estos jóvenes desempeñan: del total, un 26% de entre 15 y 17 años realiza actividades en almacenes familiares, comercio ambulante, siembra, desmalezado, corte de pasto, cosecha, fumigación, entre otros.
El término “trabajo infantil” suele definirse como todo aquel trabajo que priva a los niños de su “niñez”, su dignidad y su potencial, y que es perjudicial para su desarrollo psicológico y físico. Y, si analizamos bien este panorama a nivel país, es impactante que, situándonos en el siglo XXI, esta problemática siga teniendo cabida en la contingencia nacional.
Es urgente que, a pesar de que el Ejecutivo ha presentado importantes avances en esta materia, todos comencemos a tomar cartas en el asunto, ya que tan sólo la suma de 220 mil niños son 4 estadios nacionales llenos. Es un hecho que erradicar de la noche a la mañana esta problemática no será una tarea fácil, ya que el daño que causa el trabajo infantil va desde frenar el pleno desarrollo de las capacidades y afectar su desempeño académico, hasta aumentar la precariedad en su inserción en el mercado laboral y afectar sus oportunidades de superar condiciones de pobreza y vulnerabilidad en su vida adulta.
Entonces, para no seguir perpetuando la pobreza, como United Way Chile creemos que el gran desafío de todos radica en empezar con un cambio de mentalidad, donde la familia y los establecimientos educacionales de cada niño estén fuertemente ligados. Debemos ser capaces de trabajar todos, tanto el sector público como privado, en la ampliación de las expectativas y aspiraciones en la educación formal, como herramienta que generará una mejor calidad de vida a nivel individual y familiar.
Con este punto de partida, podremos comenzar a ver cambios, ya que como lo señaló el Premio Nobel de la Paz de 2014, Kailash Satyarthi, “no se puede erradicar la pobreza y el desempleo en adultos, hasta que el trabajo infantil sea completamente abolido”.