La biodiversidad está disminuyendo a un ritmo sin precedentes a nivel mundial, y la tasa de extinción de especies se está acelerando, así como las probabilidades de graves impactos en las personas de todo el mundo, advierte el nuevo informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), cuyo resumen fue aprobado en la 7ª sesión plenaria del organismo, la semana pasada en París.
“La evidencia abrumadora de la Evaluación Global de IPBES, producida desde una amplia gama de campos de conocimiento, nos presenta una imagen fatal”, dijo el presidente de IPBES, Sir Robert Watson. “La salud de los ecosistemas de los que nosotros y todas las demás especies dependemos se está deteriorando a una velocidad nunca antes vista. Estamos erosionando los cimientos de las economías, los medios de vida, la seguridad alimentaria, la salud y la calidad de vida en todo el mundo”, agregó.
“El informe también revela que no es demasiado tarde para actuar, pero solo si empezamos ahora, en todos los niveles, desde lo local hasta lo global. A través de un cambio transformador, la naturaleza todavía puede ser protegida, restaurada y aprovechada de manera sostenible, esto también es clave para cumplir la mayoría de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por cambio transformador, nos referimos a una reorganización sistémica, que considere los factores tecnológicos, económicos y sociales, incluidos paradigmas, objetivos y valores”, abundó Watson.
“Los Estados Miembros de la Plenaria de IPBES reconocen que, por su propia naturaleza, el cambio transformador puede recibir la oposición de quienes tienen intereses en el status quo, pero también que esa oposición puede superarse por un bien público más amplio”, dijo Watson.
El Informe de Evaluación Global de IPBES sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas es el más completo que se haya elaborado hasta ahora. Es el primer informe intergubernamental de este tipo y se basa en la histórica Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de 2005, con formas innovadoras de evaluar las evidencias.
El informe, elaborado por 145 expertos de 50 países en los últimos tres años, con aportes de otros 310 autores contribuyentes, evalúa los cambios en las últimas cinco décadas a través de un panorama completo de la relación entre las vías del desarrollo económico y su impacto en la naturaleza. También ofrece una gama de posibles escenarios para las próximas décadas.
El informe está basado en la revisión sistemática de alrededor de 15.000 fuentes científicas y gubernamentales, y, por primera vez en gran escala, considera el conocimiento indígena y local, en particular sobre temas relevantes para los pueblos indígenas y las comunidades.
“Las contribuciones de la biodiversidad y la naturaleza a las personas son nuestro patrimonio común y el sistema de seguridad más importante para la vida de la humanidad. Pero hemos llevado a este sistema a su límite”, dijo la profesora Sandra Díaz (Argentina), que copresidió la evaluación con el profesor Josef Settele (Alemania) y el profesor Eduardo S. Brondízio (Brasil y Estados Unidos). “La diversidad dentro de las especies, entre las especies y de los ecosistemas, así como muchas contribuciones fundamentales que derivamos de la naturaleza, están disminuyendo rápidamente, aunque todavía tenemos los medios para asegurar un futuro sostenible para las personas y el planeta”, añadió.
El informe determinó que alrededor de 1 millón de especies de animales y plantas están ahora en peligro de extinción, más que nunca en la historia de la humanidad.
La abundancia promedio de especies nativas en la mayoría de los principales hábitats terrestres ha disminuido en al menos 20%, en su mayoría desde 1900. Más de 40% de las especies de anfibios, casi 33% de los corales de arrecife y más de un tercio de todos los mamíferos marinos están amenazados. El panorama es menos claro para las especies de insectos, pero la evidencia disponible respalda una estimación tentativa de que 10% está amenazado. Al menos 680 especies de vertebrados fueron llevadas a la extinción desde el siglo XVI y más de 9% de todas las especies domesticadas de mamíferos utilizados para la alimentación y la agricultura se habían extinguido para 2016, y al menos 1.000 más están amenazadas.
“Los ecosistemas, las especies, las poblaciones silvestres, las variedades locales y las clases de plantas y animales domesticados se están reduciendo, deteriorando o desapareciendo. La red esencial e interconectada de la vida en la Tierra se está haciendo cada vez más pequeña y segmentada”, dijo el Prof. Settele. “Esta pérdida es un resultado directo de la actividad humana y constituye una amenaza directa para el bienestar humano en todas las regiones del mundo”, agregó.
Por primera vez a esta escala y basándose en un análisis exhaustivo de la evidencia disponible, los autores de la evaluación clasificaron los cinco impulsores directos de la degradación en la naturaleza con mayor impacto. Estos son, en orden descendente: (1) cambios en el uso de la tierra y el mar; (2) explotación directa de organismos; (3) cambio climático; (4) contaminación y (5) especies exóticas invasoras.
El informe señala que, desde 1980, las emisiones de gases de efecto invernadero se han duplicado, y en consecuencia las temperaturas globales promedio se han elevado en al menos 0.7 grados centígrados. Este cambio climático ya está afectando a la naturaleza a todo nivel, desde los ecosistemas hasta la genética. Se espera que los impactos aumenten en las próximas décadas, y en algunos casos podrían ser mayores a los efectos del cambio en el uso de la tierra y el mar, y otros impulsores.
Aunque existe progreso en los esfuerzos para conservar la naturaleza e implementar políticas, el informe encuentra que los objetivos globales para preservar y usar la naturaleza de manera sostenible y lograr la sostenibilidad no pueden alcanzarse con las trayectorias actuales, y que los objetivos para 2030 y más allá sólo pueden lograrse a través de cambios transformadores en los sectores económicos, sociales, políticos y tecnológicos.
Si bien se registran avances en los componentes de solo cuatro de las 20 Metas de Aichi para la Diversidad Biológica, es probable que la mayoría no se cumpla en la fecha límite de 2020. Las tendencias negativas actuales en biodiversidad y ecosistemas socavarán el progreso hacia el cumplimiento de 80% (35 de 44) de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, relacionados con la pobreza, el hambre, la salud, el agua, las ciudades, el clima, los océanos y la tierra (ODS 1, 2, 3, 6, 11, 13, 14 y 15). Por lo tanto, se muestra que la pérdida de biodiversidad no solo es un problema ambiental, sino también un problema económico, de desarrollo, de seguridad, social y moral.
“Para comprender mejor y, lo que es más importante, para abordar las principales causas del daño a la biodiversidad y a las contribuciones de la naturaleza a las personas, debemos comprender la historia y la interconexión global de los impulsores de cambio demográficos y económicos complejos e indirectos, así como los valores sociales que los fundamentan”, dijo el profesor Brondízio. “Los impulsores indirectos clave incluyen el aumento de la población y del consumo per cápita; la innovación tecnológica, que en algunos casos ha disminuido el daño a la naturaleza y en otros casos lo ha aumentado; y, de forma crucial, temas de gobernabilidad y rendición de cuentas. Un patrón que emerge es uno de interconectividad global y ‘telecoplamiento’: la extracción de recursos y la producción a menudo ocurren en una parte del mundo para satisfacer las necesidades de consumidores distantes en otras regiones”, añadió.
Otros hallazgos notables del informe incluyen:
- Las tres cuartas partes del medio ambiente terrestre y alrededor de 66% del medio ambiente marino han sido alteradas significativamente por las actividades humanas. En promedio, estas tendencias han sido menos severas o evitadas en áreas mantenidas o administradas por pueblos indígenas y comunidades locales.
- Más de un tercio de la superficie terrestre del mundo y casi 75% de los recursos de agua dulce se dedican ahora a la producción agrícola o ganadera.
- El valor de la producción agrícola ha aumentado en aproximadamente 300% desde 1970, la extracción de madera en bruto ha aumentado 45% y cada año se extraen en todo el mundo aproximadamente 60.000 millones de toneladas de recursos renovables y no renovables, casi el doble que en 1980.
- La degradación de la tierra ha reducido la productividad de 23% de la superficie terrestre global. Hasta US $ 577 mil millones anuales en cultivos están en riesgo por la pérdida de polinizadores y entre 100 y 300 millones de personas tienen un mayor riesgo de inundaciones y huracanes debido a la pérdida de hábitats costeros y su protección.
- En 2015, 33% de las poblaciones de peces marinos se estaban capturando a niveles insostenibles, 60% se pesca por encima de los niveles sostenibles y solo 7% se captura bajo los niveles de sostenibilidad.
- Las áreas urbanas se han más que duplicado desde 1992.
- La contaminación por plásticos se ha multiplicado por diez desde 1980. 300-400 millones de toneladas de metales pesados, solventes, lodos tóxicos y otros desechos de instalaciones industriales se descargan anualmente en las aguas del mundo, y los fertilizantes que ingresan a los ecosistemas costeros han producido más de 400 “zonas muertas” en 245.000 km2 de océanos, un área combinada mayor que la del Reino Unido.
- Las tendencias negativas en la naturaleza continuarán hasta 2050 y más allá en todos los escenarios de políticas explorados en el informe, excepto aquellos que incluyen un cambio transformador – esto debido a los impactos proyectados del aumento en el cambio de uso de la tierra, la explotación de organismos y el cambio climático, aunque con importantes diferencias entre regiones –.
El informe también presenta una amplia gama de acciones ilustrativas en favor de la sostenibilidad y vías para lograrlas en sectores como la agricultura, la silvicultura, los sistemas marinos y los de agua dulce, las áreas urbanas, la energía, las finanzas y otros. El informe destaca la importancia de, entre otras cosas, adoptar enfoques de gestión integrada e intersectorial que tengan en cuenta las compensaciones de la producción de alimentos y energía, la infraestructura, la gestión de agua dulce y costera, y la conservación de la biodiversidad.
También se ha identificado como un elemento clave de las políticas más sostenibles la evolución de los sistemas financieros y económicos globales para construir una economía sostenible, alejada del paradigma limitado actual de crecimiento económico.
“IPBES presenta a los tomadores de decisiones la ciencia autorizada, el conocimiento y las opciones de políticas para su consideración”, dijo la Secretaria Ejecutiva de IPBES, la Dra. Anne Larigauderie. “Agradecemos a los cientos de expertos de todo el mundo que han ofrecido su tiempo y sus conocimientos para ayudar a abordar la pérdida de especies, ecosistemas y diversidad genética, una amenaza verdaderamente global y generacional para el bienestar humano”.
Este comunicado de prensa fue publicado originalmente por la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).