Por Arturo Cares, gerente de HSEQ de Sodexo
Con motivo del centenario de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y de las discusiones sobre el futuro del trabajo, el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo de este año se centra en cómo los cambios que se están produciendo en ámbitos como la tecnología, la demografía, la organización del trabajo y el cambio climático, impactan la seguridad y salud de los trabajadores.
Ante este escenario, el mayor desafío para las empresas pasa no solo por incorporar factores como la inteligencia artificial, la robótica y la modernización de los sistemas productivos, sino que en asegurar que esos cambios contribuyan a que las personas se puedan desempeñar en ambientes libres de accidentes o enfermedades.
Hoy, estamos viviendo un cambio de paradigma. En nuestro caso, con más de 18 mil colaboradores a lo largo de todo el país, estamos evolucionando a promover una cultura de seguridad focalizada en acompañar a las personas en su interacción con las nuevas tecnologías. Por ejemplo, en lo que respecta a las labores de cocina, no olvidemos que diariamente alimentamos a más de 500.000 chilenos, donde hoy los riesgos son distintos. Nuestros colaboradores hoy cocinan sin fuego, pues programan un moderno equipo para que lo haga. Es un cambio bien relevante porque, finalmente, pasamos del concepto romántico de la cocina del chef, a una persona que tiene un rol mucho más industrializado y altamente relacionado con la tecnología.
No obstante, hay que tener presente que este cambio genera riesgos nuevos que debemos aprender a enfrentar de manera diferente. Los líderes tienen un nuevo desafío, evaluar en forma permanente los riesgos presentes en sus operaciones y también anticiparse a los riesgos inherentes a la incorporación de nuevas tecnologías.
Considerando la velocidad con que este fenómeno se está presentando en el mundo, fomentar una cultura de seguridad con un fuerte énfasis en los comportamientos seguros de los equipos, pareciera la mejor alternativa para hacernos cargo de este desafío.
Para que lo anterior sea una realidad, el compromiso de los altos ejecutivos es clave para lograr un ecosistema de seguridad, la que debe nacer directamente desde la alta gerencia. Si los líderes no manifiestan su intención y compromiso con la seguridad, salud y medioambiente, evidentemente no se logra crear una cultura de prevención y autocuidado dentro de las empresas.
El desafío de todas las compañías actuales, independiente del tamaño de sus operaciones, debe ser el mismo: aportar a la creación de culturas Cero Accidentes y Cero Enfermedades, ya que para quienes estamos convencidos que la seguridad no solamente es una obligación sino un valor, debemos hacer todo lo posible para desarrollar compañías libres de riesgos para las personas.
Por lo anterior, el llamado es a que las empresas estén alertas a los desafíos que involucran las nuevas tecnologías. Ello, porque, para que sean un aporte a la productividad de las organizaciones, deben estar en sintonía con la seguridad de sus colaboradores, los que, a su vez, deben ser protagonistas en la aplicación metódica de los programas de prevención, logrando el círculo virtuoso de la prevención y el autocuidado.