Por Juan Pablo Gazmuri, director de la Asociación Gremial de Industriales Químicos de Chile, ASIQUIM.
“¿De qué sirve poner millones de reglas en un país que tiene sólo el 0,2% de la población mundial si, por ejemplo, nuestro mayor socio comercial no las cumple y su contaminación navega hacia nuestra costa?” Juan Pablo Gazmuri, director de la Asociación Gremial de Industriales Químicos de Chile, ASIQUIM.
Aunque Chile es el primer país fuera de Europa implementando la economía circular a gran escala, abriendo grandes oportunidades de generar una nueva industria para un planeta más limpio, no sirve mucho si los demás países con los que comercia no cumplen con normas básicas de cuidados medioambientales, llegando a nuestras costas su contaminación.
La implementación de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, más conocida como Ley REP, es una muy buena iniciativa, ya que genera la estructura necesaria para recolectar envases y embalajes, entre muchos otros productos, pero para tener una verdadera economía circular necesitamos conciencia social para segregar, reutilizar y reciclar en Chile. Su utilidad no se ve reflejada si sólo recolectamos plásticos para luego exportarlos, como lo hizo por muchos años Europa, enviando sus desechos a dos países que son los responsables del 90% de la contaminación de plásticos en el mar.
En el caso chileno, la situación es muy preocupante, no sólo por los efectos globales, sino también por tener una de las costas más extensas y expuestas a aguas abiertas del mundo. Entonces, ¿de qué sirve poner millones de reglas en un país que tiene sólo el 0,2% de la población mundial si, por ejemplo, nuestro mayor socio comercial no las cumple y su contaminación navega hacia nuestra costa? Esta inquietud podría llevarse a instancias internacionales y así, en vez de pensar en impuestos verdes, plantear la posibilidad de aranceles verdes, ya que el concepto es calentamiento global y no local.
Por otra parte, la Ley REP nos entrega una gran oportunidad como país para poder dar el ejemplo y generar una economía circular, creando una industria de agregación de valor a partir del reciclaje, haciéndonos cargo de nuestra propia basura. Incluso podríamos anticiparnos a quienes aún no comienzan estas iniciativas, prestando servicios de reciclado y generando valor sustentable. Sin embargo, nos topamos con algunas barreras de entrada.
Este problema global nos presenta un gran desafío y oportunidad, ya que la solución local es sólo parcial. Los incentivos que se generen para invertir y hacernos cargo de nuestros desechos de forma íntegra, nos abre la puerta a capitalizar estas soluciones y escalarlas a otros que aún no recorren este camino. Además, el obtener de los desechos materias primas inexistentes en nuestro país, nos permitirá mejorar la competitividad y diversificación productiva, generando una oferta innovadora de agregación de valor exportable, creando así una verdadera economía circular, que a la larga, nos ayudará a tener un planeta más limpio y un país más próspero.