En una sector liderado principalmente por hombres, Natalia Espinoza ha logrado conquistar un espacio aportando con desarrollos tecnológicos a la educación chilena. Actualmente lidera su organización, conformada por 73 personas, y con beneficios especiales para las mujeres que son madres.
Cada vez es más común en Chile contar con mujeres fundadoras de alguna empresa o bien liderándolas, sin embargo, la brecha entre hombres dueños de organizaciones o gerenciando alguna compañía sigue siendo abismal. Según datos extraídos del Ministerio de Economía, la participación de las mujeres en empresas constituidas como personas naturales y EIRL alcanzó un 39,2% y 22,9%, respectivamente, siendo inferior a la de los hombres, 60,7% y 77,1%, respectivamente.
Dentro de este porcentaje de mujeres liderando su propio negocio se encuentra Natalia Espinoza, ingeniera civil industrial de la Universidad de Chile, quien creó Papinotas el 2011, con el objetivo de acercar e involucrar a las familias en el proceso escolar de sus hijos.
Tras 8 años de trayectoria en la industria de la tecnología, hoy Papinotas cuenta con 73 colaboradores, siendo un 48% del género femenino. Según Natalia, “lograr incorporar a la mujer al mundo de la tecnología ha sido un tremendo esfuerzo ya que la industria está caracterizada por hombres, el talento femenino es muy escaso”, asegura.
Esta escasez a la que se refiere, se ejemplifica en que tan solo el 17% de las estudiantes elige ingenierías y un 22% se inclina por ciencias. No obstante, el liderazgo femenino en la industria permite un mayor interés por parte de ellas, obviando la distinción de género.
Procesos organizacionales orientados a la mujer
Con el objetivo de atraer y retener al escaso talento al cual se refiere la fundadora de Papinotas, dentro de las políticas adoptadas por su empresa, destaca la flexibilidad laboral, en donde las mujeres que son madres pueden salir antes del trabajo, llevar a sus hijos al doctor, trabajo desde la casa, e incluso durante el verano, llevar a los más pequeños a la oficina.
“Tengo la convicción, y porque también soy madre, que la necesidad de brindar flexibilidad a las mamás de mi organización es fundamental. Existe una cierta edad en donde la mujer decide tener hijos y es ella quien tiene que dejar de lado lo laboral para atender el cuidado de los hijos”, aclara Espinoza.
Según cifras de la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT, 2015) en donde comparan a mujeres y hombres adultos –25 a 59 años– dedican semanalmente al trabajo de cuidado de personas dependientes en el hogar, la desigualdad salta a la vista. Mientras ellas dedican casi media jornada a actividades de cuidado (21 horas semanales), ellos destinan menos de la mitad de las horas a estas labores (9,4 horas).
“Mientras más mujeres estén en la toma de decisión de las organizaciones, podremos aportar, de alguna manera, en este tema que es de políticas públicas. Si bien existen políticas de estado orientadas a equiparar la cancha, la brecha salarial por un mismo cargo no permite que la realidad actual se modifique del todo”, opina Espinoza.
Basta sólo con mirar las cifras entregadas por la Superintendencia de Seguridad Social y la Subsecretaría de Previsión Social en cuanto al traspaso del post natal. El organismo indica que en siete años de vigencia de la Ley que permite que la madre traspase el beneficio al padre trabajador, se han registrado solo 1.556 traspasos a hombres, es decir, el 0,23% del total de permisos de postnatal parental iniciados, que alcanza los 678.328, incluidos los tomados por las mujeres.
“Generalmente ocurre que el hombre es quien gana un mayor sueldo, por lo que para muchas familias no es conveniente que él se tome el post natal, perpetuando la necesidad de la mujer en el cuidado de los niños”, agrega la empresaria.