Ya han pasado más de 100 años desde la 1° celebración de la conmemoración del Día Internacional de Mujer, una efemérides que partió para conmemorar el terrible suceso que se produjo en 1911: Un incendio en una fábrica de Nueva York que acabó con la vida de más de 140 trabajadores, la mayoría de ellos, mujeres.
Posteriormente en países de Europa en países como: Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, han venido adaptando en su agenda este día de la mujer trabajadora, extendiéndose a otros países y continentes; y que hoy en día moviliza a millones de personas en el mundo.
Niños, niñas, adolescentes, hombres y mujeres…toda una sociedad sensibilizada frente a la igualdad de género, equidad, mejorar las condiciones y oportunidades para todas las niñas, adolescentes, madres y mujeres trabajadoras.
Hoy, en Chile hay 370.025 mujeres más que hombres. Una pequeña diferencia si se consideran los 17.574.003 de habitantes totales que tiene el país, pero que da cuenta de cambios como la disminución del Índice de Masculinidad que pasó de 97,1% en 2002 a 95,9% en 2017, según revelaron los últimos datos del Censo 2017. Los datos del Instituto Nacional Estadísticas (INE), muestran que la tasa de participación femenina alcanza el 49,3%. Este avance en la participación laboral femenina ha tenido efectos no menores en los ingresos de los hogares, así como también a nivel macro un mayor crecimiento en el largo plazo.
Sin embargo, aún quedan espacios para profundizar la participación femenina para alcanzar a países desarrollados donde puedan superar el 60%. Ante este escenario, si bien puede ser loable enfocarse en la desigualdad de salarios, no debemos dejar de lado las políticas tanto públicas como de privados, que faciliten y fomenten la incorporación de las mujeres al mercado laboral actual.
Para ello, se requieren trabajos en varias dimensiones. Por parte del sector privado, que es sector que nos compete como Red de Empresas Unidas por la Infancia – UPPI, necesitamos instaurar y fomentar políticas corporativas que abalen y concilien la vida familiar con la vida laboral, tales como tener mayor flexibilidad horaria, pre y post natal paulatino, permisos para participar [tanto el padre como la madre] en los controles médicos del embarazo, premiar y reconocer las metas propuestas, el ser un profesional empático(a) y tener habilidades esenciales que hagan relacionarnos mejores con nuestro entorno profesional y personal. De la misma manera, desde la política pública la disminución de la brecha salarial de género para mismos cargos en las empresas es un tema aún no resuelto en nuestra sociedad, pero que nos impulsa a seguir accionando para lograr la igualdad de género en todas las dimensiones posibles.
Necesitamos construir una mejor sociedad en donde todos los niños, niñas, adolescentes, hombres, mujeres y adultos mayores, se sientan integrados y validados por su entorno. Para eso la corresponsabilidad de los diferentes actores sociales, tanto públicos como privados, la academia, la sociedad civil, los medios de comunicación y personas naturales, deben trabajar en alianza para lograr “la transformación que impacte positivamente en nuestra sociedad”.