Temperaturas sobre los 30°C han llegado a la ciudad de Santiago. No obstante, el material del que está construida la ciudad y la ausencia de áreas verdes aumentan las mismas, provocando consecuencias en la salud de la población, como también mayores gastos.
El fuerte desarrollo inmobiliario entre el año 2010 y 2016, ha generado un alza en las temperaturas de distintas comunas, especialmente aquellas con menor presencia de áreas verdes. De esta manera, se evidencia el caso particular de la comuna de Santiago Centro, cuyas temperaturas han aumentado por sobre otros sectores de la capital.
En el contexto urbano, las temperaturas pueden aumentar 4°C en promedio como consecuencia de las altas concentraciones de hormigón y asfalto en algunas zonas de las ciudades, debido a que estos materiales concentran el calor durante el día. De hecho, el asfalto, por ejemplo, puede alcanzar hasta 88°C en horas peak del día, en condiciones concretas. Este fenómeno es conocido como la Islas de Calor Urbano.
Manuel Carpio, Investigador del Centro Interdisciplinario para la Productividad y Construcción Sustentable, CIPYCS, afirmó, “normalmente, las islas de calor urbano se encuentran en el centro de las ciudades y nuestra capital no es la excepción. Particularmente, el centro de Santiago concentra gran cantidad de construcciones que usan estos materiales. Adicionalmente, en otras zonas como en áreas de La Florida, también se pueden encontrar lugares que son afectados por este fenómeno, debido a la gran cantidad de nuevas edificaciones, en desmedro de las áreas verdes”.
Disminuir este efecto, según Carpio, no es fácil pero sí puede controlarse la cantidad de grados adicionales que generan las construcciones. Lo anterior, se logra aplicando otros materiales como colores claros que reflejen el calor; asfalto y hormigón especiales que no concentran calor; entre otros. Sin embargo, el experto afirma que la medida más efectiva es la instalación de cubiertas verdes que, adicionalmente, absorben el agua de lluvia y mejoran la calidad del aire.
“En el 2012, en Buenos Aires, se aprobó la Ley de Techos y Terrazas Verdes, que permitió a los dueños de edificaciones reducir los costos en impuestos de alumbrado, limpieza y barrido, mediante la instalación de cubiertas verdes en las mismas. Esta medida, logró disminuir aproximadamente en 3°C las temperaturas de ciertas zonas de la ciudad, beneficiando a toda la población”, agregó Carpio.
Adicionalmente, las islas de calor tienen efectos en el uso de energía como la electricidad, ya que, tal como indicó el experto, los hogares y oficinas deben suplir los grados de temperatura adicionales presentes con el uso de aire acondicionado, por ejemplo.
Por otra parte, cabe destacar que la alta concentración de edificaciones y viviendas, escasos espacios entre dichas estructuras, junto con un diseño urbano dado en ciertas zonas con características sociales homogéneas, basado en muy altos porcentajes de impermeabilización y falta de áreas verdes, son factores que influyen en el aumento de la oscilación térmica dentro de la ciudad. De esta manera, se matiza el efecto de las islas de calor urbano de superficie, ya que hablamos de temperaturas superficiales.
Según el geógrafo del Observatorio VISTA de CIPYCS, Isidro Puig, sectores del noroeste de la comuna de Cerro Navia (Barrio Resbalón) son un claro ejemplo de esto, al tener una oscilación de invierno a verano de unos 28°C, como aproximación de un promedio anual, lo cual influye negativamente en el confort climático de las personas.
En conclusión, Carpio destacó, “estudiar las islas de calor urbano y aplicar soluciones, es fundamental para el desarrollo sostenible de la ciudad. El mitigar este fenómeno tiene grandes beneficios medioambientales, económicos, estéticos y de confort. Sin embargo, para lograr resultados reales, debemos llevar a cabo acciones como ciudad completa, no tan solo por comuna”.