“Si somos aproximadamente 17 millones de habitantes, por 5 árboles que pudiéramos plantar, podríamos decir que Chile sería un país libre de emisión”, sostiene el experto chileno en bioclimatología, Fernando Santibáñez, quien alerta sobre los negativos efectos que generará el cambio climático en nuestro país.
El ingeniero agrónomo de la Universidad de Chile, y doctor en Bioclimatología de la Universidad Paris IV, Fernando Santibáñez, está preocupado. Por espacio de siete meses analizó el escenario climático en distintos puntos del territorio y prende una luz de alerta.
Advierte que hay una serie de fenómenos que están ocurriendo que pueden afectar gravemente a la agricultura y silvicultura chilena, de no aplicarse medidas de mitigación, podría generarse una regresión ecológica.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió que “al mundo le quedan solamente dos años para actuar contra el cambio climático si quiere evitar consecuencias desastrosas”.
Estamos en un periodo en que se ha visto una aceleración en la tasa del cambio climático. Es decir, el calentamiento se ha acelerado desde el año 2000 para adelante, de modo que se ve un alza en la temperatura así como cambios muy extremos en fenómenos como huracanes y tormentas tropicales. Por lo tanto, es un llamado que tiene bastante fundamento en el sentido que hay una urgencia de por medio; tenemos que acelerar el paso de la detención del cambio climático. Y una de sus principales causas, que son varias, es la deforestación sobre todo en zonas tropicales. Todos los países deben cumplir los compromisos que tienen, de reducir emisiones y aumentar las fuentes de capturas.
¿Qué aspectos son los más relevantes de su estudio “Plan de Acción para la Protección Conservación de la Biodiversidad en un proceso de adaptación al cambio climático”?
Mapeamos cuál es la situación actual y futura del clima en Chile y cuál sería la evolución de esas variables climáticas al año 2050. Eso nos da una idea anticipada hacia dónde va, cuánto se calentarán los distintos rincones del territorio, cuánto cambiarán las precipitaciones y cómo será el clima en 40 años, de manera que todos los proyectos, planes y estrategias se orienten sobre una base real. Este estudio incluye el sector forestal, en el sentido de cuánto variarán las capacidades productivas para especies como pino y eucaliptos, y también para las especies agrícolas, de manera de ver dónde están los polos más interesantes en el futuro para desarrollar proyectos. La idea es generar una orientación hacia dónde tenemos que movernos.
En su investigación, usted concluye que el cambio climático afectará la biodiversidad, la energía, la pesca, la acuicultura, los recursos hídricos, todo el sector silvoagropecuario. Según esto, ¿cuán urgente es saber cuáles serán los escenarios climáticos futuros?
Los impactos del cambio climático son multisectoriales. Afecta a casi todas las actividades, pero sobre todo a la agricultura, silvicultura y conservación de los sistemas naturales, que son las tres áreas más sensibles al cambio climático. Y lo estamos viendo en Chile: tenemos un problema con la Araucaria que parece tener algunas raíces en cambio climático; también una sequía que no tiene parangón en la historia. Llevamos 8 años de sequía con unas características muy extrañas. Este año tiene a la ciencia de cabeza. No hemos tenido mucha lluvia a pesar de que el mar está caliente, lo que es raro. Ha habido un bloqueo de los frentes por parte del anticiclón, que es inusual. Hay una serie de fenómenos que están ocurriendo que pueden agravar fuertemente todo lo que es vida. Y la agricultura y silvicultura es vida. Por lo tanto, son actividades sensibles y cumplen un enorme rol social ya que generan cadenas de valor y proveedores, de desarrollo. Son actividades que están muy distribuidas en el territorio, y promueven la ocupación. Entonces, no es menor lo que los países pueden perder con el cambio climático.
En ese sentido ¿cuáles son las principales preocupaciones?
Hay que ordenar y en el futuro Chile debería avanzar hacia un plan de reordenamiento territorial. La idea es que no se produzca el caos y se empiece a competir por tierras en distintos tipos de usos, sino que más bien buscar a cada tipo de rubro sus mejores aptitudes y darles una orientación hacia donde debieran ir consolidándose. La disminución de las lluvias en ciertos sectores nos invita a mejorar la gestión hídrica en todo el país .
En el sur, donde hay mucha experiencia, llegará fuerte el riego pero no se puede hacer de manera desordenada. De manera que no sólo se debiera hacer inversiones en infraestructura hidráulica, sino también en planes de gestión territorial del agua y no sólo del suelo.
Rol del boque nativo y plantaciones
En este nuevo escenario ¿Qué rol cumplen los bosques? ¿Adquieren mayor relevancia?
Los bosques juegan un rol bien conocido como regulador climático, aparte de otras múltiples funciones ecosistémicas. Los bosques son una de las formas que conocemos para capturar el CO2 y mantenerlo por muchos años. Los bosques pueden retener CO2. En el caso del bosque nativo, por cientos de años. Y los bosques de especies exóticas retienen el CO2 por décadas y, por lo tanto, ayudan a la tarea que tienen los países de aumentar los sumideros de gases de efectos invernaderos. Chile tiene un compromiso de reducir las emisiones por la vía de la captura y de la menor emisión en un 30% de aquí al año 2030, por lo tanto los bosques tiene un rol de vital importancia cuya desaparición podría provocar importantes impactos económicos, sociales y ambientales.
¿Las plantaciones forestales pueden contribuir a combatir el cambio climático? ¿Cuál es la importancia que tienen para detener o revertir este proceso?
El bosque plantado retiene en un plazo de 10 a 20 años cientos de toneladas de CO2 que equivale a la emisión de importantes fuentes de emisión. Entre 6 y 8 árboles de un tamaño medio equivale más o menos a las emisiones de un habitante. Un habitante emite más o menos en promedio entre 4 y 5 toneladas de CO2, de modo que, con 6 árboles yo anulo completamente las emisiones de un habitante del mundo. Por lo tanto, si somos aproximadamente 17 millones de habitantes, por 5 árboles que pudiéramos plantar, podríamos decir que Chile sería un país libre de emisión o cero emisiones. A ese extremo.
¿Qué medidas se debieran implementar para prevenir lo que anticipa su estudio?
Seguir a paso firme las iniciativas de recuperación, conservación de los recursos de bosques nativos, y hacia la reforestación de especies nativas y exóticas dependiendo de la finalidad y el lugar. Y como Chile pretende convertirse —ya lo es en alguna medida— en potencia exportadora de alimentos y usamos altas cantidades de fertilizantes que aumentan las tasas de emisiones de gases de efectos invernaderos, necesitamos en forma paralela tener otras iniciativas que puedan ir neutralizando estas mayores emisiones.
Somos un país lejano, por lo tanto nuestra huella de carbono por el transporte de los productos hacia los mercados finales también es alta. El país necesita mostrarle a la comunidad internacional que, paralelamente a esas emisiones, estamos en una acción decidida de captura de CO2 que finalmente tienden a neutralizar las emisiones. Todos participan de un objetivo nacional, que es ser un país poco emisor porque les beneficia a todos, no solo a un sector de la economía.
¿Y en que pie está Chile en esa materia?
Chile está en un muy buen pie, de hecho es uno de los pocos países latinoamericanos que logró conseguir un proyecto del Fondo Verde del Clima —creado por las Naciones Unidas— en el concepto de REDD+ (Reducción de emisiones por deforestación y Degradación) que es una invitación a los países de presentar iniciativas que tiendan a través del uso y conservación de los bosques poder capturar grandes cantidades de CO2. Chile tiene el honor, junto a Costa Rica, de ser los dos primeros países que consiguieron el financiamiento. La CONAF está realizando ese proyecto de gran impacto que, sin duda, distintos países verán esa experiencia y podría servir de modelo.
Y desde el ámbito privado ¿existen iniciativas?
Las áreas privadas de conservación son un ejemplo. En el caso del bosque plantado, tenemos más de 2 millones de hectáreas que Chile pudo acreditar como ciento miles de toneladas de carbono, que si no hubiésemos hecho un plan de reforestación a fines de los años 60’, no lo tendríamos. Y ese CO2 estaría dando vuelta por el mundo.