Por Hugo Vergara, Gerente General BSD Consulting
La crisis socio ambiental de Quintero y Puchuncaví era una historia con un final previsible. Es una zona en que la concentración de empresas hace posible pensar en la ocurrencia de eventos ambientales con sus respectivos impactos sociales al entorno.
¿Qué hizo falta para que se diera esta crisis? En primer lugar, la acción de parte de las entidades fiscalizadoras en la zona, que no han podido ni pudieron reaccionar a tiempo en el control de los probables impactos ambientales y sociales generados por parte de las numerosas empresas que operan en la zona.
En segundo lugar, la falta de transparencia de las empresas respecto de los impactos ambientales que sus operaciones pudieran generar en la zona y de las respectivas acciones de mitigación frente a probables eventos ambientales que pudieran afectar a las comunidades aledañas, la desinformación de las comunidades respecto de las operaciones y en especial de sus impactos, es una de las principales razones en la pérdida de confianza entre empresa y comunidad.
No basta pensar o creer que las acciones de relacionamiento comunitario son suficientes en la gestión de la licencia social de las empresas, la participación y empoderamiento de las comunidades en la gestión social ambiental es una las mejores herramientas en la construcción de confianza entre empresa y comunidad, donde la transparencia y acceso de información oportuna son los principios básicos que deben cumplirse para construir un ambiente de diálogo y cooperación.
Un Plan de Emergencia Comunitario busca fundamentalmente preparar a la población y a sus líderes comunitarios en las acciones de emergencia que deben desarrollar de verse enfrentados a posibles eventos ambientales que pudieran afectar a la población y su entorno.
Las comunidades deben entender que las empresas están de manera permanente controlando todas sus operaciones y que no existe la intensión de provocar impactos negativos al entorno, por eso se debe diferenciar muy bien lo que llamamos un evento a lo que pudieran ser una conducta permanente de falta de control y gestión de los impactos ambientales al entorno.
Debemos procurar la construcción de espacios de confianza que ayuden a que las comunidades se beneficien de la inversión que las empresas hacen en sus territorios y que las empresas puedan implementar su promesa de valor o propósito beneficiando a sus accionistas y al entorno donde operan, volvemos a repetir una frase que tiene todo sentido para el mundo empresarial.
No podemos pensar en empresas exitosas en entornos sociales fracasados.