La bieconomía es un concepto relativamente nuevo, del que se viene hablando con mayor intensidad hace unos cinco años desde que la Unión Europea adoptó su estrategia para la Bioeconomía. Más que un término técnico, es una oportunidad para catalizar un cambio de paradigma del sistema económico. Un paradigma que se basa en el uso y transformación de recursos renovables biológicos, para generar prosperidad económica, dentro de los límites sustentables por nuestro planeta. Un paradigma donde ecología y economía son las dos caras de la misma moneda: la moneda de la prosperidad sostenible.
¿Por qué es tan importante este cambio de paradigma?
Porque llevamos desde inicios de la Revolución Industrial, unos 200 años aproximadamente, viviendo en un paradigma económico que se basa en el uso lineal de los recursos fósiles. Tanto para generar energía, como para generar los materiales que utilizamos en nuestra vida cotidiana: materiales de construcción, como el cemento y el acero, los envases plásticos de todos los alimentos, o la mayoría de tejidos que utilizamos para vestirnos (poliéster).
Este paradigma de economía “fósil”, proveniente del petróleo y sus derivados, en que llevamos inmersos más de dos siglos, ha generado un crecimiento económico y poblacional, ha generado un gran progreso material y tecnológico, pero al mismo tiempo ha generado los problemas ambientales más grandes de nuestra historia, al nivel que incluso ha alterado el clima en nuestro planeta.
Ha llegado un momento en que el consenso es que no podemos continuar con este paradigma fósil basado en una economía lineal, más aún cuando se esperan incrementos en la población, especialmente en las clases medias, y por lo tanto incrementos importantes en la demanda de energía y materiales. Seguir con este tipo de economía basada en el petróleo y materiales y energías no renovables, no es una opción si queremos un futuro sustentable para el planeta.
Por eso es que cambiar el paradigma significa avanzar hacia una economía renovable, donde no sólo sean las energías de fuentes renovables, sino también los materiales que utilizamos para la construcción, medios de transporte, envases, etc.
Cambiar la energía y los materiales fósiles por la energía y materiales biológicos, transformándolos de manera inteligente, eficiente y sostenible, o sea circularmente, es en lo que se basa la bioeconomía circular.
¿Cómo se produce este cambio?
Es un gran reto superar este paradigma y la adicción del mundo a los recursos fósiles. Necesitamos un plan estratégico integral, a nivel global, que integre a todos los países y que debería estar basado en cuatro elementos estratégicos que se refuercen uno al otro:
Primero, Innovación, incluyendo ciencia y tecnología. Porque cambiar este paradigma tiene que estar basado en conocimientos científicos sólidos, para conseguir que la economía prospere dentro de los límites que nos impone la biósfera. La innovación tecnológica es necesaria para reemplazar e incluso mejorar los materiales existentes basados en fósiles por recursos biológicos.
Segundo, Instituciones, políticas que incentiven este cambio, que incentiven el uso de recursos biológicos, forestales, etcétera y que al mismo tiempo desincentiven el uso de los fósiles: el carbón, el petróleo, los plásticos y todo lo derivados. Esto incluye políticas de contratación pública que tiren de la demanda y que ayuden a crear y regular un mercado para los nuevos bioproductos; que pongan incentivos a aquellos que tienen bajos niveles de emisiones, de CO2, como son los recursos biológicos. En resumen, se requieren políticas públicas transformadoras que catalicen el cambio.
Tercero, Infraestructuras, necesarias para movilizar y procesar biomasa de manera sostenible en nuevos productos que reemplacen a los derivados del petróleo. Pasar de refinerías de petróleo a biorefinerías. Infraestructuras “blandas” en forma de educación que combinen la revolución digital con la biológica también son prioritarias.
Finalmente, Inversiones, es necesario una gran cantidad de capital privado que financie la transformación económica necesaria, que transforme capital natural en capital económico y social. Esto incluye también la transformación de capital financiero en capital natural, ya que para una bioeconomía ambiciosa y resiliente, es necesario invertir en biodiversidad y servicios ambientales; capital natural.
¿Qué papel tienen los bosques en la bioeconomía?
En este contexto los bosques tienen un papel básico que cumplir, porque la bioeconomía de lo que se trata es de la gestión y transformación de recursos biológicos. Y los bosques son la principal infraestructura biológica que tenemos en nuestro planeta y es la principal fuente de recursos renovables biológicos que no compiten directamente con la agricultura, por lo tanto en un futuro, si tenemos una bioeconomía exitosa, los recursos forestales jugaran un papel principal.
Al mismo tiempo, los bosques son los principales sumideros de carbono que tenemos, por lo que tienen un gran rol en la lucha contra el cambio climático. Países como Suecia o Finlandia, pioneros en Bioeconomía forestal, y donde la contribución económica del sector forestal ha sido muy importante han aumentado en los últimos 100 años la superficie forestal y stock de manera muy importante, y consecuentemente los sumidores de carbono que proporcionan sus bosques.
¿Se puede reemplazar el plástico por materiales biológicos?
La industria forestal, por ejemplo la empresa Stora Enso, ya ha creado una planta de biocomposites para reemplazar diversos elementos de plástico por materiales derivados de la celulosa y otros recursos biológicos. Los textiles hechos en base a fibras forestales y con propiedades ambientales mucho más positivas que el poliéster o el algodón ya son posibles.
En la actualidad, en el mundo, un 7% de los bosques son plantaciones y el 93% son bosques naturales. Pero ese 7% proporciona aproximadamente el 30% de la demanda de madera del mundo, lo que da una idea de su importancia. Si no queremos petróleo debemos plantar árboles…
¿Cómo se enfrentan los incendios forestales?
Este es un problema mundial, que afecta a diversas partes del mundo, incluyendo a países desarrollados como Estados Unidos y Europa.
Lo que ha pasado en los últimos 40 años es que se ha intensificado la despoblación en las zonas rurales (urbanización), lo que ha resultado en una forestación del territorio sin una planificación adecuada, lo que significa que ha habido una gran acumulación de biomasa, debido a bosques no gestionados. Esto además, en zonas donde el cambio climático está teniendo los impactos más pronunciados (zonas de clima mediterráneo como California, Portugal, Chile, Australia…) ha llevado a una tormenta perfecta, con catástrofes como las que se han visto en los últimos años.
Por ello, las grandes inversiones que se hacen en bomberos forestales, aviones y helicópteros para el combate del fuego, tienen que ser complementadas con otras inversiones para atacar la raíz del problema: gestionar de forma adecuada nuestros bosques, que sean más resilientes al cambio climático, con las especies adecuadas y la densidad adecuada. Se trata de dar incentivos y hacer inversiones en gestionar nuestros bosques y crear paisajes resilientes. Esa es la mejor herramienta para luchar contra los incendios.
¿Cómo se ve desde Finlandia el sector forestal chileno?
Mi impresión es que Chile es uno de los países más relevantes a escala global para el sector forestal. Esa es la percepción que se tiene desde Europa de que Chile es uno de los países líderes en América.
Por eso es que viajo a Chile en agosto, para poder conocer de cerca su experiencia de liderazgo forestal.
El mensaje que quiero transmitir es que pasar de una economía fósil a una bioeconomía circular es una de las oportunidades de negocio más grande del siglo 21. Qué mejor negocio que salvar el planeta.
¿Qué opina de los cuestionamientos a las plantaciones de pino y eucalipto en Chile?
Desconozco las críticas puntuales en el caso de Chile, pero en forma general no se debe demonizar a las especies forestales. Lo que se puede es cuestionar las decisiones que se pueden tomar respecto a qué especie es la más indicada para reforestar un determinado territorio. Pero a priori, no veo ningún tipo de especie que sea “mala” o “buena” en sí. Todas las especies forestales son diferentes y se pueden establecer en zonas que son más o menos idóneas para cada una de ellas. Para ello hay que tener en consideración el clima, el suelo, la disponibilidad de agua, entre muchos otros factores, para tomar la decisión correcta. Pero también hay que tomar en cuenta a las comunidades también, sus opiniones, realizar procesos participativos para explicar por qué es necesario reforestar y por qué se planta este árbol o el otro, y el papel importante que tendrán estas plantaciones en el futuro.
En general, las plantaciones forestales juegan en el mundo un papel cada vez más importante para esta transición desde una economía fósil a una bioeconomía. Porque necesitamos disponer de recursos biológicos y tener plantaciones forestales bien gestionadas nos permite mantener una superficie de bosques naturales sin tocar o al menos, sin utilizarlos en forma intensiva.