Expertos como Allan Jarry, CEO de Dadneo, señalan que las condiciones sociales, políticas y económicas de la Región, son óptimas para que se sumen más actores a invertir en empresas que se encuentren en etapas tempranas, principalmente, relacionadas a la tecnología. Invertir en un portafolio y no sólo una empresa; saber que la inversión no tendrá un retorno inmediato y ponerse a disposición de los emprendedores en los que invirtió, son algunos de los consejos para quienes se transforman en ángeles.
Las principales empresas tecnológicas que hoy lideran los mercados internacionales han tenido entre sus aportantes a inversionistas ángeles. De esta forma, Google, LinkedIN, Facebook y un sinfín de compañías digitales que hoy tienen un valor bursátil de varios dígitos, tuvieron a inversionistas que arriesgaron dinero de su propio bolsillo y que seguramente multiplicaron considerablemente en pocos años. “Por supuesto, no se trata de cualquier emprendimiento o empresa digital, porque en Chile casi un 24% de la población declara estar emprendiendo, según el Global Entrepreneurship Monitor”, comenta Allan Jarry, CEO de Dadneo, una de las redes de inversionistas ángeles de mayor trayectoria en Chile y que también es referente a nivel latinoamericano. “Para al menos considerarlas como buenos prospectos, deben ser compañías que demuestren tener un equipo profesional sólido y serio, tanto en la forma como gestiona su producto, como también, la forma en que entienda su negocio y, sobre todo, su capacidad de ejecución. En el mismo sentido, deben ofrecer un producto o un servicio que sea escalable y que ya esté validado”, señala Jarry.
Según el líder de Dadneo, cuando no se consideran esos factores iniciales a la hora de invertir, la posibilidad de que una startup falle y que finalmente, un inversionista pierda el dinero que invirtió en una empresa, son muy altas. “El capital de riesgo -como se denomina a la inversión en empresas nacientes- tiene componentes que hacen que algunos potenciales inversionistas sean muy cautos a la hora de considerar la participación en una empresa de etapa temprana porque buscan un retorno relativamente rápido, como la posibilidad no menor de fallo porque se invirtió en un negocio totalmente desconocido o porque el equipo emprendedor en el que se está invirtiendo, no está enfocado en lo que realmente debería, que es atender a sus clientes y vender sus productos”, afirma.
Aquí es donde el papel de los inversionistas ángeles es fundamental y son personas que buscan retribuir a otros por lo que han conseguido, asegura Jarry, agregando que “un inversionista ángel no busca el retorno inmediato. Al contrario, sabe que una inversión de este tipo tiene un riesgo alto y que, por tal, si bien puede fallar, también el retorno puede ser considerablemente más alto que otras inversiones. Esto sin embargo no sucederá en el corto plazo, por ello, deben tener la solvencia económica para no necesitar ese dinero en el corto ni mediano plazo”.
Las redes de contacto que tienen los inversionistas ángeles también son relevantes. En ese sentido, una vez que ya se ha sumado a alguna empresa como socio, debe ser capaz de presentar a los emprendedores en los que ha apostado, con los personajes clave que pueden ayudar al crecimiento de la empresa.
Otro punto relevante, es que quienes se transformen en inversionistas ángeles, deberían tener un portafolio de inversiones. “Puede comenzar de a poco y poner fichas en distintas empresas. No es necesario que se juegue la vida con una sola compañía”, dice Jarry, argumentando que es una de las principales ventajas de pertenecer a una red de inversionistas ángeles, dado el alto volumen de proyectos que revisan y el proceso de selección y evaluación que tiene cada una.
El modelo Dadneo
Con todo, Allan Jarry plantea que se debe disminuir la incertidumbre de un inversionista y que este debe conocer de la manera más amplia posible en qué se está involucrando. La otra forma, apunta el CEO de Dadneo, es hacer un acompañamiento permanente a las inversiones.
“Nosotros detectamos que hay áreas clave que explican cerca del 80% de los fallos de los proyectos TIC que, si contenemos y mejoramos a tiempo, se puede reducir hasta un 50% la caída de la startup. Estas áreas, son legal y propiedad intelectual, control de gestión, marketing, programación y finanzas. En ese sentido, aplicamos una estrategia de company builder con la que se ayuda a las startups del portafolio mediante el apoyo de profesionales en áreas clave”. De la misma forma, en la red de inversionistas ángeles Dadneo crearon la División “X”, liderada por un Chief “X” Officer. “La X es la variable que indica que este ejecutivo monitorea permanentemente y está para ayudar en las distintas áreas en las que la empresa invertida puede tener alguna dificultad, por lo que el CXO se reúne periódicamente con las startups”.
Según señala Jarry, gracias a su validada experiencia y confiable reputación, Dadneo ha lanzado un fondo de USD $18 millones, para invertir en startups de alto impacto. El inversionista ángel es un actor que ha tomado fuerza en los últimos años, con el impulso que tiene el ecosistema de innovación y emprendimiento, pero se necesitan aún más inversores, dice Allan Jarry, “para hacer despegar con fuerza los emprendimientos de nuestro país”.