El experto consultor de Más Recursos Naturales, Felipe Martin, asegura que las medidas para enfrentar la desertificación y sequía deben ir por desarrollar una cultura del agua, una mejor gestión del recurso, generación de infraestructura hídrica y planificación territorial.
Hace 23 años la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 17 de junio como el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y Sequía para aumentar la sensibilización ciudadana y las acciones a nivel global y nacional en pos de revertir la degradación de las tierras y los ecosistemas.
La degradación de los suelos es uno de los principales retos medioambientales de nuestro tiempo, provocada por actividades humanas —como la sobreexplotación de la tierra, la minería, el sobrepastoreo y la tala indiscriminada— y el cambio climático.
Desde la ONU calculan que en la actualidad el ritmo de degradación de las tierras cultivables aumenta a una velocidad entre 30 y 35 veces superior a la histórica, y provocará que millones de personas se vean desplazadas en los próximos años, tras repercusiones graves en la biodiversidad, erradicación de la pobreza, estabilidad económica y el desarrollo sostenible.
El ingeniero agrónomo y gerente general de MÁS Recursos Naturales, Felipe Martin, comenta que si bien “hay un déficit estructural en la zona centro norte del país, y algunos casos aislados de déficit en la sexta región, a nivel nacional hay un balance positivo, lo que nos lleva a pensar que necesitamos aprender a administrar el recurso con mayor control y eficiencia, generando más estructuras de acumulación y distribución del recurso, accediendo a la desalación, y promoviendo la conectividad hídrica, propuestas que nos ayudan a tener soluciones concretas en periodos de sequía”.
“Si queremos ser un país desarrollado, debemos aumentar la cantidad de estructuras que nos permitan acumular y distribuir agua para los meses de menor precipitación, junto con implementar sistemas de monitoreo a distancia”, expresa.
Martin quien además es presidente de la Asociación Gremial de Riego y Drenaje, recalca que “el cuidado de los recursos hídricos también pasa por generar una cultura del agua en las personas, donde la educación juega un rol fundamental para inculcar el valor del recurso”, y así las personas conozcan qué se puede plantar y cultivar y qué no, optimizando nuestro riego mediante tecnologías, la reutilización de los recursos, o que no sea en las horas de más luz.
Asimismo incluye que “es esencial que exista regulación en la supervisión de los usos del agua, junto con una adecuada planificación territorial, que permita definir el tipo de cultivo adecuado para la cantidad de recurso disponible en cada cuenca, es decir no asignando usos de la tierra a cultivos de altísima demanda hídrica en zonas donde el agua escasea.
Martin ejemplifica que en Petorca “se pudo haber evitado la escasez hídrica disminuyendo la entrega de derechos de agua, los cuales fueron utilizados para regar un aproximado de 16 mil hectáreas de pasto, solucionando gran parte de los problemas que provocaron pérdidas de inversiones importantes para el país, como también para privados”.
“En Aculeo pasa exactamente lo mismo. Cómo una laguna que está destinada para diferentes usos, entre ellos el turismo, no tiene sus derechos de agua inscritos y regularizados, preocupándose de que exista sustentabilidad”, agrega, mientras además es claro al aclarar que estos son problemas que ocurren en sectores puntuales de Chile, pero que erróneamente se han generalizado.