Dos de los investigadores son del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción y el tercero es del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia.
Un equipo de científicos diseñó un sistema integral de observación y predicción de eventos de Marea Roja para el país, cuya propuesta fue recién publicada en la revista Latin American Journal of Aquatic Research. Además, lograron reconstruir la variabilidad de la ocurrencia de mareas rojas según las estaciones del año, sus apariciones anuales y los lugares donde han ocurrido estos eventos en los mares adyacentes a Chile.
Aunque hoy existen esfuerzos nacionales y de países desarrollados por acercarse al objetivo de pronosticar estos eventos de proliferación de algas tóxicas, el inédito trabajo los sintetizó y comparó para luego proponer un esquema central para su instalación. Gran parte de la labor se efectuó al alero del Sistema Integrado de Observación del Océano, del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción.
Se trata del artículo “Propuesta de un sistema integrado para el pronóstico de floraciones de algas nocivas en Chile”, de los científicos Marcos Sandoval, Carolina Parada y Rodrigo Torres, siendo el primero autor principal de la investigación y recién titulado de Geofísica en la U. de C. Parada es doctora en oceanografía, académica de la misma entidad de la UdeC; y Torres es doctor en oceanografía química e integrante del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia.
La importancia de este estudio es que las floraciones de algas nocivas pueden tener efectos incluso mortales para los seres humanos, al consumir mariscos que se hayan alimentado de estas algas; habiendo ya provocado efectos masivos en otros seres vivos, como la muerte de 343 ballenas en los mares patagónicos de Chile en 2015 y una catástrofe ambiental en Chiloé en 2016. A pesar de la importancia económica y social de estos impactos, los autores constataron que en el país es limitada la capacidad de predicción de la ocurrencia de estos eventos naturales –muy probablemente aumentados por el cambio climático y la acción humana contaminante- y el conocimiento de sus riesgos.
El estudio explica que “las proliferaciones de fitoplancton que dan lugar a floraciones de algas nocivas se desencadenan… por una combinación de eventos biológicos, físicos y/o químicos que determinan el inicio, desarrollo y finalización de una floración. Éstas pueden durar días y hasta varios meses, y su cobertura espacial puede alcanzar cientos de kilómetros. Además, cuando las condiciones ambientales no son favorables para el crecimiento vegetativo, algunas de estas microalgas pueden formar quistes de resistencia que persisten durante mucho tiempo en los sedimentos marinos”.
Ante esta situación, el artículo propone mejorar el sistema actual de observación y monitoreo continuo definiendo sitios de observación clave e incorporando el estudio de distribución de esos quistes, más datos ambientales físicos y biogeoquímicos, información satelital y más y mejor tecnología de detección oportuna. Para su operación se requiere un equipo multidisciplinario “dedicado exclusivamente a las diversas áreas que conforman el problema”.
Además, sugiere que se confeccione un “modelo de pronóstico a corto plazo basado en datos y modelos hidrodinámicos y ecosistémicos”, cuya información sea almacenada y distribuida para quienes la requieran, a través de aplicaciones móviles, internet y boletines. Información para quienes deben tomar decisiones, pero también para que ellos retroalimenten el sistema predictivo con datos en terreno.
Respecto de la inversión económica requerida, la investigación de Sandoval, Parada y Torres señala que “los costos iniciales de este modelo, el personal capacitado y el requerimiento computacional serían altos, pero se equilibrarían con los beneficios socioeconómicos que traen, como una mayor protección de los recursos marinos vivos, prevención para la salud pública y menores pérdidas económicas”.