Conversamos con Andrea Cino, Jefe de proyectos Centro de Producción y Consumo Sustentable Fundación Chile acerca de Mi Código Verde, la plataforma que conecta los productores y consumidores transparentando información sobre los atributos ambientales y sociales de los productos de consumo masivo.
¿Cuál es el objetivo de la plataforma Mi Código Verde?
Mi Código Verde es una plataforma que conecta los productores y consumidores transparentando información sobre los atributos ambientales y sociales de los productos de consumo masivo. Con esto buscamos empoderar a los consumidores a tomar decisiones de compra más sustentables, entregándoles una herramienta informativa que facilite este proceso. Así lograremos derivar la demanda a productos más sustentables, lo cual por consecuencia va a empujar una mejora en los patrones productivos, mejorando la sustentabilidad de los productos y servicios en Chile.
¿Cómo están las empresas en Chile respecto a la cadena de producción más sustentable?
Para las empresas es un tema que está comenzando a tomar relevancia, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Hoy las empresas que realizan esfuerzos concretos por mejorar la sustentabilidad de su producción son principalmente aquellas que exportan productos, dado que los mercados internacionales exigen mejores estándares, o empresas multinacionales, donde el mandato viene de afuera o empresas grandes, que tienen un mayor riesgo reputacional y mayor capacidad para implementar mejoras.
¿Cuáles son los principales puntos críticos que han detectado en términos ambientales y sociales a lo largo de la cadena de valor?
Cada categoría de producto cuenta con puntos críticos particulares dado que las cadenas de valor son diferentes para los distintos productos. Sin embargo, hay algunos puntos críticos que se repiten en muchos productos. Por ejemplo, para todos los insumos agrícolas tenemos los puntos críticos de uso de agua, uso de fertilizantes y de agroquímicos; para todos los productos que requieren procesamiento tenemos el punto crítico de uso de electricidad o combustibles, para los productos envasados, tenemos el punto crítico del empaque, y en términos sociales, casi todos los productos tienen los puntos críticos de salud, seguridad laboral y de derechos laborales.
Además de estos y según la categoría de producto, encontramos otros puntos críticos como el bienestar animal, testeo en animales, uso de químicos de alto impacto, impacto en las comunidades, generación de RILEs, manejo de suelos, trazabilidad, entre otros.
¿Valoran los consumidores esta información?
Según el estudio realizado de Consumo Sustentable de Fundación Chile y Sernac implementado por CADEM en el 2017, 31% de los consumidores declara que después del precio y calidad, el tercer criterio de compra más importante es la sustentabilidad, sin embargo, existen ciertas barreras que impiden o complican que esto se lleve a la acción. El 37% de los consumidores dice que la principal barrera para el consumo sustentable es la falta de información y el 32% señala que es la falta de oferta de productos sustentables, lo cual se relaciona con lo anterior, dado que sin información no podemos identificar esta oferta de productos sustentables. Entonces hay un interés por obtener más información sobre los atributos ambientales y sociales de los productos para así incorporarlo en decisiones de compra. Además, al consultarles sobre el tipo de información que le gustaría conocer sobre los productos vemos que esto se condice con los puntos críticos identificados. El 50% quiere saber sobre el uso de químicos tóxicos para las personas y el medio ambiente, el 23% le interesa saber más sobre el daño a los animales, el 22% le interesa el origen de los materiales e ingredientes, el 19% sobre el uso de materiales reciclados y reciclables, entre otros.
¿Cuáles son los desafíos?
El primer desafío es convencer a las empresas a transparentar información sobre sus productos. Son pocas las empresas que hoy reportan sobre su sustentabilidad y están dispuestas a difundir este tipo de información. Sin embargo, estamos convencidos de que a medida que vean que esto es relevante para el consumidor, se verán motivados a comenzar a hacerlo. El segundo desafío es lograr que el consumidor se eduque en todos estos conceptos y entienda la relevancia del impacto asociado a sus decisiones del día a día. Muchas veces pensamos que para ser sustentables tenemos que tener un cambio radical en nuestras vidas y salir de nuestra zona de confort, sin embargo, hay pequeñas decisiones que pueden hacer una gran diferencia. No se trata de prohibirnos ciertos consumos y hábitos, sino de elegir bien como los satisfacemos, por ejemplo, dentro de las opciones disponibles, eligiendo los productos más sustentables. La suma de estas pequeñas decisiones del día a día de todos los consumidores pueden tener un gran impacto a nivel global. Hoy la industria de productos de consumo masivo a nivel global es responsable del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero, del 80% del uso consuntivo del agua, de 2/3 de la deforestación, entre otros, entonces el potencial de reducción de este impacto incentivando prácticas productivas más sustentables es gigante.