Por Fernanda Vicente, Presidenta Mujeres del Pacífico
Mucho se ha hablado de la 4ta Revolución Industrial y como la disrupción tecnológica con la inteligencia artificial, robótica, impresión 3D, computadores cuánticos entre otros, están cambiando el mundo y la sociedad de una forma nunca antes vista. Estamos en la era de los crecimientos exponenciales y de la desmaterialización. La digitalización de la economía es inminente, pero ¿qué significa realmente esta transformación?
Estamos hablando de un cambio radical, que afecta lo que entendemos como sociedad, política y empresa. En la era industrial mirábamos el mundo como una fuente de recursos para nuestro beneficio y la industrialización vino a acelerar la extracción de materias primas, la creación de riqueza, y también de desigualdad. Primaban la estructura jerárquica, la competencia y la fuerza como un valor de mercado. La centralización, los esfuerzos enfocados en el producto y la razón pasaron a tener supremacía por sobre la emoción. De alguna manera, en la sociedad imperaban los atributos masculinos.
No se sabe con exactitud cuando comenzamos a migrar, pero sin duda los adelantos tecnológicos abrieron las puertas a distintos movimientos como el financiamiento colectivo, la economía de plataformas, la flexibilidad laboral, la educación en línea, la desmonetización de los servicios, entre muchos otros. Así, las masas y/o minorías que por años fueron silenciosas y que no habían tenido acceso a la información y al poder, hoy tienen voz fuerte y están sobre informadas.
En este nuevo escenario denominado nueva economía, el rol de lo femenino, que por siglos había sido asociado a lo ‘blando’ toma protagonismo. Habilidades como la empatía, el transmitir mucha información, lo relacional por sobre lo transaccional, la generación de lazos fuertes, son competencias claves para competir hoy.
También ha ido cambiando el significado de la palabra éxito. Ya no es sólo la captura de valor económico y poder, si no como la creación de valor social, medioambiental y como consecuencia de ello, beneficio económico. Hoy, la sociedad ya no espera que ese valor quede en ciertas esferas y círculos cerrados, si no que exige que sea patrimonio de todos.
La nueva economía trae grandes oportunidades y desafíos, pero adaptarse a los cambios ya no es suficiente, la única posibilidad de subsistir es crear lo que viene y para ello la comunión de los llamados atributos ‘femeninos’, las nuevas tecnologías, la diversidad de perspectivas y disciplinas son prioritarias de este nuevo escenario.
Esto no quiere decir que ahora tenemos que trabajar sólo con mujeres. Miope mirada si creemos que todo pasa por una mayor participación laboral femenina – que por cierto hay que seguir fomentando – sino más bien plantearse ciertos temas, resultados y líneas de acción considerando esas mal llamadas competencias blandas que hoy lideran esta nueva forma de hacer las cosas.