Las mujeres se van acercando a su objetivo: la equidad de género. A lo largo de la historia se han visto relegadas por los hombres, quienes se han llevado todos los galardones en una sociedad que los favorece.
El fútbol no se escapa de esta realidad. En la actualidad las mujeres han podido posicionarse más en la órbita de los medios, pero la participación de ellas no es nueva: se remonta a 1895, cuando una inglesa de nombre Nattie Honeyball fue la responsable de que se disputara el primer encuentro femenino reconocido por la FIFA.
En dicha oportunidad, la jugadora declaró que el objetivo era “probarle al mundo que las mujeres nos son las criaturas ornamentales e inútiles que los hombres pintan”.
Las mujeres están posicionadas y luchan por lo que es justo. No necesitan demostrarle a nadie sus capacidades, porque les sobran. Corren a zancada limpia para llenarse de gloria por traspasar la línea de gol, momento que muchos han querido privarles con el argumento de la poca feminidad de este deporte. Un argumento que no compartimos.
Un estudio a nivel mundial de FIFA en 2014, arrojó que sólo un 8% de mujeres forman parte de los comités ejecutivos de sus respectivos países. En todo el mundo, el 7% de los entrenadores y el 10% de los árbitros son mujeres.
En Chile todos nos sentimos orgullosos con nuestra querida Selección Chilena masculina, sin embargo cuando se trata de la femenina, la importancia es nula. Tanto así, que las jugadoras deben someterse a condiciones similares al fútbol amateur, donde la mayoría no recibe sueldo, no tienen garantías de estabilidad y cuando juegan no las televisan.
La situación es más crítica cuando hablamos de los salarios. Christiane Endler, capitana de la selección adulta y jugadora de PSG, comentó en algún momento que recibe una suma cercana al millón 300 mil pesos al mes. Mientras que el Claudio Bravo, capitán de la selección adulta y jugador de Manchester City, recibe cerca de 272 millones de pesos al mes. Esto es una diferencia de 1 a 271. La similitud deportiva de estos dos perfiles es evidente: ambos son arqueros y juegan Champions.
Una encuesta de GFK Adimark, sobre fútbol, arrojó que el 24% de las encuestadas chilenas tenía interés por este deporte, pero la tendencia va en aumento, lo que obliga a abordar los nuevos desafíos que debe realizar el fútbol profesional femenino como es, equiparar las condiciones técnicas y económicas de las futbolistas a las de sus pares hombres y difundir las actividades femenina en el fútbol.
Evidentemente no es lo mismo nacer hombre o mujer en Chile. Sin embargo, debemos trabajar por mejorar las condiciones estructurales, donde el rol de los procesos de socialización (familia, escuela, barrio, entre otros) es primordial para avanzar hacia la equidad de género.
Una sociedad más justa se crea bajo el alero de la democracia y los derechos sociales, donde todos debemos asumir un papel de cambio, porque no puede ser posible que las futbolistas deban sacrificar tiempo de estudio o trabajo y que ante alguna lesión no tengan protección.
Las mujeres no buscan ocupar el espacio de los hombres, porque ellas quieren tener el propio.