El desarrollo de las competencias sociales no sólo es importante para el bienestar y desarrollo saludable de los niños desde sus primeros años de vida, sino que también es crucial para su éxito social, dado que éstas se traducen en un mejor desempeño en las áreas de lecto-escritura y matemáticas, producto de tener más recursos para aprovechar las experiencias educativas.
Dichas habilidades pueden ser estimuladas de manera simple por los padres y adultos significativos de los niños, como demostró un estudio realizado en Chile por la investigadora Diana Leyva en el contexto del proyecto Un Buen Comienzo, de Fundación Educacional Oportunidad. Para hacerlo, se requiere conversar de manera consistente con los niños acerca de los acontecimientos del día y generar diálogo.
Pero… ¿basta con eso?
La condición para que estas conversaciones contribuyan al desarrollo de habilidades, como ser capaces de iniciar y sostener relaciones interpersonales positivas con sus compañeros de curso y docentes, controlar su atención, inhibir comportamientos inapropiados en el aula (tales como empujar, gritar o no esperar el turno para hablar), está dada por el tipo de preguntas que hacemos a los niños y si condicionamos o no las respuestas.
En el estudio se reconocieron 3 tipos de interacciones: aquellas en que los padres hacían preguntas cerradas a los niños (sí o no) y les atribuían sentimientos a éstos; los que hacían preguntas abiertas a sus hijos (que requieren respuestas más elaboradas, generalmente precedidas de verbos como creer, sentir o pensar, desear); y los que mezclan ambos estilos.
Se logró establecer una relación entre los niños que conversan con los adultos en un estilo abierto y que deben confrontar sentimientos presentes y pasados, deducir consecuencias de acciones y resolver conflictos, y el nivel de desarrollo de habilidades blandas de los mismos niños descritos por sus educadoras de párvulos. Estos niños también obtuvieron mejores resultados en pruebas estandarizadas realizadas por Fundación Educacional Oportunidad.
¿Cómo distinguir preguntas abiertas de cerradas?
Preguntas abiertas
Son preguntas con varias respuestas posibles, por ejemplo: ¿Cómo te sentiste?, donde la respuesta puede ser me sentí mal, bien, triste, apenado, etc.
Preguntas cerradas
Son preguntas con sólo una o dos respuestas posibles, por ejemplo: Y tú te sentiste triste, ¿verdad? Aquí la respuesta puede ser sólo sí o no.
La recomendación es basar las conversaciones con los niños principalmente en el primer tipo de preguntas, manteniendo el interés y retroalimentando con intervenciones como “ahá”, “tienes razón”, “lo recuerdo”, asintiendo o acompañando la respuesta con otros elementos del lenguaje corporal. De este modo puede ayudar a sus hijos de manera significativa sin necesidad de materiales o costosos libros. Sólo necesita su atención.