“Partimos reforestando con alumnos de un colegio un cordón de 200 metros en la precordillera de Santiago”, recuerda Guillermo Scallan, fundador de Cultiva. Hoy en día cuentan con 80 trabajadores, proyectos en la V, VI y Región Metropolitana, además, de programas educacionales y capacitaciones para sus trabajadores.
Scallan, argentino y miembro actual del directorio de Cultiva, empresa dedicada a la reforestación de árboles nativos, llegó a Chile hace 25 años, atraído por una idea que le comentó un chileno mientras estudiaba derecho en Buenos Aires. “Me habló sobre la pedagogía Waldorf, un método que considera que el desarrollo de una persona no es sólo el intelecto, sino que también es el fomento de la emoción y la voluntad”, afirma el abogado. El tema le generó tal nivel de interés que no lo pensó más y al terminar su carrera se vino a Chile a enseñar esta pedagogía a un colegio de Peñalolen. Los años pasaron y en 1999, buscando un proyecto para hacer en conjunto con sus alumnos, encontró un estudio sobre la cantidad de suelo que perdía la cordillera debido a las lluvias. “El documento decía que la cordillera perdía cada año 46.000 toneladas de suelo por las lluvias, que bajaban como barro a Santiago y que luego se convertía en polvo que respiramos”, explica.
Para combatir la problemática, junto a sus estudiantes se les ocurrió reforestar un cordón de 200 metros entre la Florida y Las Condes. Luego, formó un grupo con amigos y más estudiantes y reforestaron una hectárea del Parque Mahuida. Siguieron llegando proyectos y la iniciativa creció. Lo que partió como una pequeña forma de evitar la contaminación ambiental, se transformó en una serie de actividades de reforestación en distintas comunas de la capital, que llegaron a congregar a 25.000 estudiantes de colegios municipalizados y privados.
“Integramos a jóvenes de distintas realidades en los proyectos, ya que siempre veíamos que los voluntarios eran personas más acomodadas ayudando a los que tenían menos. Queríamos revertir eso y al poco tiempo nos dimos cuenta que con la pala y el chuzo todos eran iguales. Se generó una relación increíble entre ellos”, comenta.
En ese momento, Scalla y otros participantes activos de los proyectos de reforestación, formaron la Fundación Cultiva, forestando sectores de poca vegetación en la capital. La sorpresa vino cuando en los árboles que plantaban se identificó un 98% de prendimiento-proceso de crecimiento exitoso de un árbol- versus el 25% que presentaban en sus reportes la CONAF. El director de la institución en aquella época creía inexplicable tal diferencia y se juntó con Scallan. “Después de revisar todos nuestros procesos de agricultura biodinámica, fertilización natural de la tierra y estudios de suelo, el Director de la CONAF todavía estaba en la duda y me dijo que la respuesta se la atribuía al cariño que le daban los jóvenes a la labor”, recuerda.
Cultiva empresa B
Cultiva se fundó el 2010, en parte, con el fin de cumplir las obligaciones ambientales que deben rendir las empresas, al emitir emisiones de CO2 o tala de árboles en sus proyectos, de acuerdo a la Ley 20.283 de Recuperación de Bosque Nativo y Fomento Forestal. “En una conversación con la CONAMA nos mencionaron que según los índices de prendimiento que presentaban nuestras plantaciones, éramos aptos para realizar planes de manejo ambiental a empresas e inmobiliarias”, explica Scallan.
En acciones concretas, el procedimiento parte por reunir información sobre el impacto ambiental de una empresa al desarrollar un proyecto, luego a modo de compensación, reforestan en la región que impactó, donde el sector debe tener máximo un 10% de vegetación. Han reforestado parte del cerro Renca, Metropolitano y Cajón del Maipo, entre varios otros sectores.
Recientemente compensan los efectos ambientales en espacios públicos de comunas desfavorecidas. “El promedio de área verde por habitante en comunas de más bajos recursos es mucho menor al de otras. Por ello, junto a Toyota creamos una plaza pública y con la Municipalidad de lo Espejo hemos plantado en tres plazas”, señala.
A nivel organizacional se reforman día a día en base a los principios de las empresas B, donde el beneficio social y/o ambiental de las personas van a la par con el crecimiento de la empresa. De esta manera, los miembros del directorio concentran un 71% de las acciones, mientras que la Fundación Cultiva es el accionista mayoritario con un 29%.”Lo hicimos netamente para cambiar el camino usual de las empresas, poniendo el bien público como objetivo principal y no sólo el privado que es generar utilidades para los accionistas”, comenta.
Voluntarios y miembros de Cultiva plantando árboles en plaza de Lo Espejo.En el caso de sus profesionales, independiente de sus estudios o experiencia previa, todos son capacitados en la ciencia de reforestación y cultivo. Además, impulsan un programa que les enseña a leer y escribir a aquellos que no tuvieron la oportunidad de educarse. “Ellos no van a una sala de clases, el programa se les enseña directamente en su lugar de trabajo”, dice.
Actualmente, la compañía concentra sus esfuerzos en la iniciativa #Reforestemoschilenativo -en conjunto a Fundación Cultiva, CONAF, Smartrip, Hope Retiro de Reciclaje, y Massiva, entre otros- pretenden reforestar 1 millón de árboles nativos en 5 regiones afectadas por los incendios ocurridos el verano pasado. “Educar a los jóvenes y generar conciencia en las personas regenerando socioambientalmente en las zonas afectadas por los incendios”, dice el objetivo de la campaña en www.reforestemoschilenativo.cl