Un cuento chino dice, una montaña daba sombra a toda una aldea. Sus gentes estaban pálidas y la siembra era pobre. De pronto un día el más viejo de la aldea decidió cambiar de sitio la montaña y armado con una cuchara empezó a cavar.
Las gentes del pueblo reclamaron al anciano por lo que estaba haciendo.
¡Esto es una locura! ¡¿Cómo piensas mover una montaña con una cuchara?!
Y el viejo los miró para contestar: Yo no puedo mover una montaña con esta cuchara… Pero alguien tiene que empezar…
Siempre he encontrado mágica la relación entre creer y crear. Probablemente es una de las cosas más atractivas para mí de la creatividad; ese estado mágico donde todo puede emerger y donde la intención profunda genera la primera chispa.
Fútbol Más, en estos 10 años de historia, está lleno de creaciones que fueron consecuencia de profundos sueños. Los últimos quizás puedan ser más recordados masivamente, como la campaña de la Tarjeta Verde en la Copa América y Eliminatorias (en conjunto con Unicef y ANFP), donde se logró reflejar que podemos ser capaces de respetar un símbolo tan importante para los países como lo son sus himnos patrios. Otro gran ejemplo fue el Círculo de Honor como rito de cierre en los partidos en el Campeonato Nacional (en conjunto con CDF, ANFP y SIFUP), donde los futbolistas profesionales dieron un tremendo mensaje deportivo a todo Chile, y principalmente a sus niños y jóvenes.
Pero estos grandes eventos nacen a partir de una creciente convicción. Pequeños pasos, experiencias, logros y frustraciones, pero sobre todo sueños que han ido materializado una convicción aún mayor.
Creer que ese niño que tiraba papeles quemados a la cancha de Antofagasta para llamar la atención podría transformarse en un líder positivo; creer que un niño inquieto y disperso de la población Las Bandurrias llegaría a ser un carismático líder y transformaría la energía de los niños de Santa Olga, luego del lamentable incendio; creer que niños como la Pao y Samuel algún día llegarían a la universidad y serían contratados por Fútbol Más como profesores; creer que Mickerlange de Haití lograría ser una maravillosa y carismática arquera, aun cuando un accidente le quitó una de sus piernas; creer que los tres infartos de Pety no serían barrera para ser un tremendo referente de sus compañeros en Atacama, creer en la fuerza de la inspiración, en el poder de la inocencia de los niños, creer en la sabiduría de la experiencia de los apoderados, creer en la pasión de los profesionales, creer y crear sin cesar.
Hoy nos emociona todo el proceso vivido. Y estamos profundamente agradecidos de nuestros socios, que son parte fundamental de esta creación. Pero hubo un socio que fue el primero, cuando sólo existía un sueño. Gracias Gasco por esa primera chispa, por encender una vez más esa llama que ha llenado de calor tantos barrios de Chile y el mundo.
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Todas estas experiencias han nacido de creer, pero este conjunto de creaciones nos ha permitido tener la convicción, la fe plena y profunda de que todo es posible. Creer para crear, crear para creer.