Considerando que en Chile, el sector agroalimentario es un pilar fundamental de la economía nacional, el Día Mundial del Agua invita a reflexionar sobre los desafíos que enfrenta un sector que depende al 100% de la disponibilidad del vital elemento, siendo al mismo tiempo también el mayor consumidor de este recurso. Existen dos aspectos fundamentales que deben ser considerados: el primero tiene relación con hacer más eficiente su uso dentro del proceso productivo y el segundo con encontrar fuentes sustentables de “generación” de agua.
Partamos analizando cómo hacer un uso más eficiente en el principal proceso consumidor de agua que vendría a ser el riego. Según datos de la Asociación Gremial de Riego y Drenaje (AGRYD), en Chile hay aproximadamente 5 millones de hectáreas que se cultivan, de las cuales solo 1.2 millones están bajo riego. De éstas, 900.000 hectáreas tienen riego superficial, con una eficiencia menor a un 45%, según un estudio realizado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), mientras que solamente 300.000 hectáreas están bajo sistemas tecnificados de alta eficiencia (goteo, micro aspersión, entre otros) con una eficiencia de aplicación del agua que puede llegar al 90%.
Para alcanzar la eficiencia de un 90% o más en los sistemas de riego por goteo o micro aspersión, es necesaria la combinación con el uso de sensores de suelo, planta y microclima conectados a sistemas telemétricos y que hayan sido calibrados para el cultivo, logrando de esta manera optimizar los protocolos de riego.
Si consideramos estos datos, Chile podría lograr disminuir en un 50% el agua utilizada en el proceso de riego, solamente enfocando los esfuerzos en acelerar la implementación de sistemas de riego tecnificados de alta eficiencia en estas 900.000 hectáreas e ir equipando los campos con sensores que guíen el riego y/o transferir la información sobre los protocolos optimizados de un agricultor a otro, labor que podría ser liderada por las instituciones de I&D que trabajan en el sector.
En este mismo contexto, todas las carreras técnicas y universitarias debieran incluir un ramo vinculado con el tema de “riego”, enfocado en entender la importancia y las herramientas disponibles para su buen manejo, en un escenario de escasez, garantizando que en los campos se instalen las capacidades necesarias para implementar protocolos de riego eficientes, enfocados en conseguir productividad, utilizando la menor cantidad de agua posible.
También es fundamental avanzar hacia un escenario de 100% riego tecnificado en toda la superficie regada y contar con un catastro actualizado de los requerimientos hídricos por cultivo y región, de manera que un agricultor tenga una guía clara basada en los protocolos de riego más eficientes elaborados con ayuda de sensores. Esto, en un futuro cercano, servirá como base para la fiscalización del uso del agua, considerando el escenario de escasez que enfrentará el país.
En cuanto al aspecto de la generación de agua a partir de fuentes alternativas, es importante que el país saque provecho a la innovación. Si uno revisa concursos como el “Water Xprize”, que se está ejecutando en Estados Unidos y que convoca a innovadores a desarrollar un método de bajísimo costo para cosechar agua del aire -una forma inteligente de hacer este proceso a través de la desalinización que realiza la misma naturaleza- se hace evidente la gran oportunidad económica detrás del problema de escasez de agua a nivel mundial.
Chile, por sus condiciones ambientales pero también por enfrentar la escasez día a día, sería un país idóneo para liderar la innovación en el tema hídrico y convertirse en exportador de tecnología de punta. Sin embargo, para esto es necesario que el compromiso con la innovación también se vea reflejado en el presupuesto disponible para financiar actividades de I&D a nivel nacional.