Por Guillermo Casasnovas (@gcasasnovas), DPhil Candidate en Saïd Business School (University of Oxford
Como para la mayoría de las organizaciones, la financiación es un tema importante para las empresas sociales. Con el fin de desarrollar su actividad productiva, éstas pueden necesitar capital para el crecimiento, financiación de circulante, pólizas de crédito o inversión en equity, además de formas de financiación que se han desarrollado en los últimos años como el crowdfunding, préstamos participativos o incluso los llamados bonos de impacto social. Algunas de estas herramientas son similares a las que tienen acceso empresas tradicionales (financiación de circulante o pólizas de crédito), pero otras tienen unas singularidades para las empresas sociales que es interesante resaltar.
A menudo se utiliza el término ‘inversión de impacto’ (impact investment) para referirse a aquellas “inversiones que se hacen en compañías, organizaciones, o fondos con la intención de generar impacto social y medioambiental además de una rentabilidad financiera”. Aunque ésta es la definición más aceptada porque proviene de la Global Impact Investing Network, la realidad es que es un sector todavía en fase de consolidación y hay organizaciones que lo entienden de maneras distintas. En el Reino Unido, por ejemplo, se suelen referir a él como ‘inversión social’ (social investment), lo definen como “la provisión o el uso de capital para generar retornos sociales y financieros”, y la actividad se centra en la financiación de organizaciones del sector social – incluyendo ONGs y empresas sociales. En España, CREAS ha sido uno de los fondos pioneros en ofrecer inversión de impacto, ESADE y BBVA lo han impulsado desde el programa de incubación Momentum Project, y Ship2B lo ha hecho desde su red de social business angels.
La inversión de impacto pueden adquirir formas diversas, desde préstamos a largo plazo para empresas maduras hasta inversión semilla en empresas de nueva creación, y desde la entrada en el accionariado en empresas cuya estructura lo permite hasta bonos de impacto social para fomentar la innovación y la medición de impacto en determinados servicios ofrecidos por el sector público. En el apartado de inversión de impacto de ESocial HUB se pueden encontrar diferentes recursos disponibles en este ámbito.
El crowdfunding también es una herramienta cada vez más utilizada por las empresas sociales, especialmente para financiar las primeras etapas del crecimiento. De manera similar al crowdfunding para compañías tradicionales, las empresas sociales pueden obtener fondos de sus futuros clientes mostrándoles un prototipo del producto y ofreciéndoles alguna ventaja si lo compran por anticipado. Existen algunas plataformas de crowdfunding que se han especializado en proyectos creativos e innovadores, como por ejemplo Verkami en España o Kickstarter a nivel global. Otras, como Goteo o Mi Grano de Arena, están centradas en proyectos sociales y pueden funcionar con las tradicionales ‘recompensas’ en forma de producto pero también con donaciones. Finalmente, han aparecido plataformas llamadas de equity crowdfunding, donde el objetivo es captar pequeños inversores para el accionariado de una nueva compañía. La Bolsa Social, por ejemplo, ha adaptado este modelo para la financiación de empresas sociales en España.
Finalmente, las microfinanzas es otra herramienta que se asocia con la financiación social. Nacida con el objetivo de dar acceso al crédito a pequeños emprendedores en países en vías de desarrollo, este sector ha crecido exponencialmente en las últimas décadas. Aunque también ha sido fuente de críticas por las altas tasas de interés que cobran algunas entidades microfinancieras, ha sido una herramienta que ha democratizado el acceso a servicios financieros en muchos lugares.
Como hemos visto, la financiación de empresas sociales no es tan diferente de la financiación de pequeñas y medianas empresas tradicionales, pero su singularidad en la generación de impacto social les da acceso a inversores y plataformas especializadas.